Como siempre, vamos a ir contracorriente, aun a riesgo de chocar de frente, en un futuro, con unos hechos por ahora desconocidos y que lleven la contraria a nuestros postulados actuales. Siempre hemos huido de la masa, de las aglomeraciones, de las consignas y de los lemas. Basta una sola indicación para que hagamos lo contrario, sin dudarlo. Siempre teníamos un por qué para cada aserto, para cada afirmación, para cada exposición de hechos.
Por eso mismo, también va a ir contracorriente mi opinión sobre la polémica del vídeo privado grabado y luego enviado por su autora, una veinteañera ataviada con uniforme de auxiliar de enfermería, o geriatría, a otra persona de su confianza, (que a la vista está, la ha traicionado sin ningún pudor) y en la que se la ve en el interior de una habitación de una residencia de ancianos de Azuqueca momentos antes de servir la cena a una interna.
Ese vídeo, por los comentarios desafortunados que esta trabajadora realiza a la cámara del móvil, y que no vamos a volver a reproducir, ha provocado una unanimidad casi total entre medios de comunicación y redes sociales para linchar personal y social a la misma, linchamiento que también ha afectado a una tercera persona, ajena a estos hechos, del mismo nombre que la trabajadora de la polémica, que ha tenido que pedir en redes que dejen de insultarla y amenazarla, ya que, aunque se llama igual que la primera, no tiene nada que ver con el caso.
Pues bien, entre los interrogantes que se nos plantean ante este nuevo caso de terror inquisitorial de la masa cainita y enfurecida, el primero es preguntarnos por qué la persona que recibió el vídeo, hace un año, parece ser, según ha reconocido la auxiliar objeto de polémica, ha traicionado la confianza de su remitente, algo que en España se persigue en los tribunales como revelación de secretos.
En un país como este, en el que nos ponemos tan tiquismiquis con los vídeos y conversaciones privadas de verdaderos delincuentes y donde se protege la identidad de bestias inhumanas que han asesinado o violado salvajemente a personas inocentes, y difuminamos las caras y ocultamos las identidades de los violadores o asesinos, poner en la picota con nombre y apellidos a una, intelectualmente hablando, torpe veinteañera que tan solo sigue la moda de grabar y subir a redes hasta el más tonto y estúpido de sus pensamientos, me parece muy peligroso. Muy peligroso porque volvemos al salvaje Oeste, donde imperaba la Ley de Linch y donde se colgaba sin juicio a vaqueros por la simple sospecha de haber robado un ternero a un terrateniente, fueran o no culpables. O volver al medievo centroeuropeo, donde se quemaban mujeres por la simple acusación de un más que imposible ayuntamiento carnal con el diablo, representado por un carnero.
Es curioso observar a todos esos propagandistas de trinchera contratados por televisiones públicas y privadas poner el grito en el cielo porque sale a la luz esta u otra conversación privada de presuntos delincuentes con carné de partido imputados judicialmente y claman por el derecho a la intimidad de esos supuestos ladrones de dinero público y, a la vez, mandan a la hoguera a una lela veinteañera por expresar en un vídeo, como hacen ahora todos los de su generación, algo que en los años 80, sin móviles ni redes sociales, no habría pasado de un simple pensamiento o comentario entre dientes. Por cierto, el desvergonzado uso que se hace del dinero público, es decir, de mis impuestos, para pagar a iletrados tertulianos todólogos que hacen a diario el ridículo más espantoso y provocan vergüenza ajena cuando pontifican en televisiones públicas y privadas sobre complejos temas jurídicos, económicos, políticos, médicos… que desconocen, es motivo suficiente para desintonizar dichos canales. Cómo echa uno de menos a José Luis Balbín y su Clave. Claro, que hoy ese magnífico programa de debate no habría tenido ningún éxito entre las nuevas generaciones salidas de la Logse.
Por otro lado, la amplificación monstruosa que se ha hecho de un vídeo que se grabó hace un año en un entorno privado y que tenía un destinatario privado, nos recuerda mucho a las purgas nazis y a las soviéticas, donde la simple sospecha no ya de ser disidente, sino no suficientemente entusiasta del régimen nazi o comunista te enviaba directo a los campos de concentración o a los gulags (1). Y examinados los time line de muchos linchadores de twitter, resulta que los ahora más acérrimos atacantes de la ilusa tiktokera veinteañera son los que más criminalizan, a su vez, a la población denominada boomer (de 60 años para arriba), porque, supuestamente, estos últimos han devorado los recursos públicos cual langostas y les han dejado a los jóvenes un país agostado. Todo un sindiós a la vez que un contrasentido.
Otro punto a tener en cuenta, y esto es lo más importante, del vídeo remitido por la criminalizada tiktokera de la residencia de Azuqueca, La Alameda, según Telecinco (2), no se observa ningún tipo de maltrato. Tan solo unas imágenes en las que se ve a una boba jovenzuela rubia, con más que evidentes dificultades para expresarse verbalmente con fluidez y sentido común, nada anormal actualmente entre nuestros jóvenes, gracias a las políticas anti-educativas de los últimos 30 años, en las que muestra su incordio por tener que hacer ese trabajo para poder pagarse la manicura, un trabajo que le obliga a dar de cenar a ancianas que, aunque podrían ser su abuela, con la que, según su propio comunicado, convive y quiere mucho, en el caso de la señora de la residencia le produce mal rollo.
Con 41 años de trabajo en juzgados de instrucción, uno está curado de espanto por todo lo que ha visto y conocido, de lo más cruel y repugnante de la condición humana. Por eso, cuando uno lee que de forma casi unánime en todos los medios y por todos los tertulianos los tontos y desafortunados comentarios del vídeo se califican como ejemplo de maltrato, humillación, vejaciones, etc, vuelvo contracorriente a decir que toda esta montaña que se ha creado de un grano de ahora nos parece completamente desproporcionada.
Creemos que se ha abierto la veda, que en algunos medios viene muy bien para ocultar el verdadero problema de este país, la corrupción política del entorno familiar y político de Pedro Sánchez, para entretenernos mientras todos colaboran en destruir, asesinar personal, profesional y civilmente a una joven que, mal que les pese a muchos, al menos trabaja en un oficio que la mayoría de tertulianas y meretrices mediáticas de este país rechazaría con asco. Eso sí, si de la investigación que se abra por la Guardia Civil tras la denuncia de los responsables de la residencia La Alameda se descubre que, efectivamente, esta auxiliar cometió algún tipo de maltrato a esa u otros internos, no dudaremos en pedir el máximo rigor legal contra ella. Pero a la vez, si esa investigación no encuentra nada más que este estúpido vídeo privado y se archiva la causa, tampoco dudaríamos en mostrar nuestro apoyo para que esta mujer reclamara judicialmente a los que tanto dolor le han infligido (1). No todo vale. No podemos tener leyes para perseguir judicialmente por cometer un supuesto delito de odio a quien, con estadísticas en la mano, denuncia el incremento de las violaciones y agresiones sexuales cometidas por inmigrantes ilegales y, por otro, esos mismos fiscales no intervienen ante el intento de linchamiento en redes que está sufriendo esta trabajadora. Dicho lo cual, espero que si algún día cambia el Gobierno de España, se derogue inmediatamente la redacción actual de dicho delito de odio, una barbaridad jurídica que, en manos de fiscales sectarios y ansiosos de agradar al autócrata régimen sanchista, se está utilizando como medida coercitiva para limitar la libertad de expresión.
En una sociedad hedonista y cada vez más edadista, que rechaza la vejez y desprecia a los denominados boomers, está muy bien que exista preocupación por la salud y bienestar de nuestros mayores, máxime cuando lo habitual es internarlos en una residencia y olvidarnos de ellos. Pero no podemos magnificar como absoluto lo que no es más que una estupidez muy relativa y sin un total contexto, mientras no se demuestre con pruebas otra cosa. Ojalá la investigación nos ofrezca ese cuadro completo y sin matices. Porque en el vídeo, al menos en el que se ha publicado sin otro contexto que ayude a tomar una postura más racional y alejada de las algaradas, no se observa ningún tipo de maltrato, tampoco que se dirija de forma agresiva a la interna, ni que la chille, ni la amenace ni verbal ni gestualmente, ni que la vaya a dejar sin cenar. Dicho lo cual, hay que reconocer que es un vídeo obsceno. Sí. También una imbecilidad. Sí. Y de muy mal gusto. Desde luego. Pero pienso lo mismo que le contestó el personaje de Harvey Specter a su adjunto Mike Ross en un capítulo de la segunda temporada de Suits, tras reprocharle el segundo al primero una metedura de pata por la que un rival le pedía pena de cárcel: ‘De momento, ser imbécil no es delito’.
Finalmente, como decíamos al principio, no nos quedemos con el dedo que señala la luna y hagámonos antes algunas preguntas, por incómodas que puedan resultar y que quizá la investigación de la Guardia Civil nos puedan esclarecer. ¿Por qué desde todos los medios se exhibe ahora este vídeo de hace un año y se ataca a la joven y locuaz auxiliar de geriatría? ¿Por qué se ha puesto el foco en la trabajadora y no en las condiciones de trabajo de este colectivo, estresado, mal pagado y con horarios infernales? ¿Por qué no nos preguntamos cuánto paga la Administración a empresas privadas en los conciertos de cesión de servicio que se firman, a fin de que estas últimas se encarguen de la gestión de residencias de mayores? ¿Se controla después si ese dinero se reinvierte, en la parte que corresponde, al margen del beneficio empresarial, en bienestar y calidad de vida de esos ancianos? ¿Por qué no nos preguntamos si la ratio de auxiliares de enfermería contratados en esas residencias es el adecuado para atender a determinado número de internos? ¿Hay personal suficiente para que, en casos de internos muy dependientes, siempre haya varios trabajadores en tareas que requieran un plus de fuerza física o tienen que realizarlo a solas las auxiliares? ¿Se realizan inspecciones de forma periódica a estos centros para controlar la calidad de la asistencia y que los medios personales y humanos son los que figuran en los contratos de adjudicación? ¿Cuántas denuncias por malos tratos físicos o psicológicos a internos en residencias de la región se tramitaron en los últimos años y en cuántas la Junta se personó como acusación privada? ¿Cumple esta residencia, concertada con la Junta, donde trabaja esta auxiliar, con todas las medidas higiénicas, sanitarias, de riesgos laborales, de ratio de trabajadores… establecidas en el concierto?… Serían muchas más preguntas, pero con estas, de momento, es más que suficiente para hacernos una idea de dónde dirigir la mirada, si al dedo o a la luna.
El ser humano creó la Inquisición. El ser humano creó movimientos genocidas y totalitarios como el nazismo o el comunismo (2). El ser humano usa y disfruta con la tortura a otros seres humanos. El ser humano es el único que siente placer infligiendo dolor por deporte (3)… El ser humano inventó las redes sociales y, con ellas, la masa puede aniquilar y asesinar civilmente a quien, desde arriba, se señale como disidente o, simplemente, se señale como el dedo que hay que mirar para que no veamos la luna.
Notas:
(1). Ataúdes de artesanía. Truman Capote, citando a Mark Twain. 1975. Biblioteca El Mundo. Número 19. Serie negra. 1998: «De todas las criaturas creadas, el hombre es la más detestable. De toda la camada, él es el único, el solitario, que posee malicia. Ese es el más bajo de todos los instintos, pasiones, vicios…., el más odioso. Es la única criatura que inflige dolor por deporte, sabiendo que es dolor. También, en toda la lista, es la única criatura que posee una mente perversa«.
(2). Un día en la vida de Ivan Denisovich. Alexandr Soljenitsin. Premio Nobel Literatura 1970. Plaza y Janés. 1984
(3). 101 dilemas éticos (cap. 3. La fábula de los psicólogos). Martín Cohen. Filosofía Alianza Editorial. 2003.
Postdata 1: Al hilo de la nueva corriente inquisitorial de exhibición en la picota pública de currículos de políticos inflados para parecer que uno de joven no era un vaguete con carné de partido, que le bastaba y sobraba para ganarse holgadamente la vida sin dar palo al agua, y parecer que habían currado denodadamente para completar una sólida formación académica (un pensamiento bastante clasista, por cierto), estudiando carreras o máster que nunca realizaron, habría que preguntarse por qué en el PSOE de Castilla La Mancha o el Gobierno regional de Emiliano García Page y Pablo Bellido, siempre tan locuaces para otras cosas, están ahora tan calladitos.
Postdata 2. Nos hemos dejado en el tintero para más adelante nuestras dudas e inquietudes, legales y éticas, sobre el desembolso por parte de la Diputación de Guadalajara de 600.000 euros para rehabilitar 40 metros de un muro del cementerio de Driebes, es decir, 15.000 euros cada metro lineal de obra, que según varios informes, y tal como informó en exclusiva EL HERALDO DEL HENARES, la causa podría ser el desmonte del terreno por un particular para construir una nave agrícola.