El Heraldo del Henares
Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz. Con la llegada del verano comienza un tiempo de gracia que debemos agradecer sinceramente y aprovechar intensamente. Los horarios cambian, las actividades se diversifican, las mochilas de los estudiantes se cambian por otros modelos de mochilas y maletas de viaje, hay
muchas cosas por hacer, muchos kilómetros por recorrer. Surgirán encuentros, conversaciones, amistades.
En primer lugar, hemos de recordar a las personas que no disfrutarán de lo que solemos denominar “vacaciones”. Por razones laborales, por enfermedad, por vivir habitualmente en residencias, por intervenciones quirúrgicas o ingresos hospitalarios, por falta de recursos económicos o incluso por falta de trabajo, habrá quienes sufrirán las consecuencias del calor sofocante, de la soledad no deseada y de la añoranza de épocas mejores.
Muchos niños, adolescentes y jóvenes iniciarán experiencias inolvidables: campamentos, convivencias, intercambios, excursiones, visitas a los familiares, estancias prolongadas en los pueblos, voluntariados, actividades deportivas, recreativas y culturales, estudio de idiomas, contacto con la naturaleza. Un enorme abanico de posibilidades.
Personas de cualquier edad participarán en retiros, ejercicios espirituales, jornadas de reflexión, charlas, conciertos y momentos sosegados de oración. Visitarán santuarios y monasterios, realizarán peregrinaciones y habrá quienes tengan previsto viajar hasta Roma en este año jubilar.
Excelentes paisajes, buenos libros, música envolvente, diálogos prolongados y tiempo disponible son la compañía necesaria para el crecimiento interior. Los ríos, los mares, las montañas, los valles y las llanuras, los senderos y las rutas inéditas, amaneceres de ensueño, el sol en su plenitud, atardeceres y anocheceres y hasta el elocuente reflejo de la luna y el resplandor de las estrellas nos remitirán al Creador.
No olvidamos a quienes proyectan compartir parte de su tiempo con los demás, especialmente con las personas más vulnerables. Campos de trabajo, colaboración en zonas del tercer mundo, experiencias misioneras, atención a enfermos, apoyo escolar, visitas a residencias de ancianos y hospitales, también forman parte de la agenda estival.
Reponer fuerzas, cargar las pilas del espíritu, recuperar el ánimo, afianzar el ancla de la esperanza, revitalizar la fe y vivir con intensidad todas las virtudes, que tienen su centro en la caridad, son oportunidades que no podemos descuidar.
También se pueden aprovechar estas próximas semanas para una saludable desconexión digital. Es recomendable dedicar menos tiempo y menor ansiedad a determinados dispositivos que, siendo útiles, requieren equilibrio y discernimiento en su uso. La saturación de información y de impactos externos dificultan la práctica de las obras de misericordia y del imprescindible descanso.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
Julián Ruiz Martorell, obispo de Sigüenza-Guadalajara
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