Seis meses después de aquella trágica tarde del 29 de octubre, cuando una lengua de agua y barro arrasaba una gran parte de Valencia, sigo teniendo en mi mente esas imágenes de devastación y recordando día tras día las palabras que me dijo José entre lágrimas, un octogenario de Torrent al que el agua se le había llevado todo y que vino a pedirme un cepillo y una fregona: “esto va para largo, por favor no nos olvidéis pronto”. En aquellos días tras la catástrofe uno de los temores de los afectados ya era el de ser olvidados.
Esa inundación arrasó todo cuanto encontró a su paso, se llevó casas, puentes, calles, vehículos, locales, fábricas y lo que es peor 227 vidas y la ilusión, la alegría y las ganas de vivir de muchos de sus familiares que a día de hoy siguen sufriendo muchas secuelas del desastre, al igual que los miles de personas que no han recuperado aún la vida anterior a la riada, ni sus hogares ni su trabajo. Estefanía es una de ellas; es imposible escucharla aún hoy y no llorar cuando te cuenta el dolor sentido al perderlo todo en cuestiones de minutos, en la que sus pertenencias se quedaron bajo el agua, sus recuerdos destruidos, su casa perdida y lo que es peor su tremenda lucha a día de hoy para intentar recuperar su hogar, su vida, la verdad y la justicia. Al igual que la de muchos de sus vecinos que han tenido que decir adiós definitivamente a sus antiguos hogares, mientras que otros siguen aún a la espera de avanzar con los trámites y con los trabajos para recuperarlos.
Es intolerable que seis meses después de lo acontecido las administraciones públicas y nuestros gestores políticos no hayan puesto todo su esfuerzo, tiempo y recursos humanos, económicos, materiales, legales, burocráticos para que los habitantes de las poblaciones afectadas puedan recuperar sus vidas. Es inmoral que cientos de afectados por la Dana con pagos pendientes a financieras están siendo incluidos en listas de morosos e incluso casos que habiendo pagado quedan eliminados de poder recibir ayudas porque tardan casi dos meses en ser eliminados de esas listas. Es inadmisible que miles de ascensores estén sin reparar y en consecuencia muchas personas ancianas, o con movilidad reducida, sigan sin poder salir a la calle porque no tienen manera de bajar y ni tan siquiera de ir al médico. Es insoportable ver que aún queda mucho para reparar los daños ocasionados en viviendas y para avanzar con los trámites y con los trabajos para recuperar sus casas, en el caso de que no la hayan perdido para siempre.

Es inaguantable ver como muchos garajes subterráneos, que fueron muy dañados por la riada y que tanto costó sacar el barro, ahora no pueden ser rehabilitados porque muchas comunidades no pueden afrontar el elevado coste para hacerlo. Es ultrajante que seis meses después el tejido económico y empresarial valenciano aún estén sin levantar la persiana o en una fase de recuperación retrasada por las lentas gestiones en las peticiones de ayuda y en las compensaciones del Consorcio o de las administraciones. Es abominable que muchas familias sigan viviendo de alquiler porque no arrancan las gestiones para recuperar sus viviendas o no tengan dinero para sufragar esos gastos y viven con las ventanas rotas, sin apenas muebles ni electrodomésticos en algo muy poco parecido a un hogar.
España no sabe gestionar las ayudas en las catástrofes y o les pilla el toro a la hora de enfrentarse a situaciones extremas o aparecen intereses y conveniencias espurias para que esas ayudas no lleguen de forma directa a los interesados. Y les hablo por experiencia directa y vivida muy recientemente para una ayuda solidaria y humanitaria que iba a ir destinada directamente a Estefanía y a su familia por parte de una administración guadalajareña y que ésta la paralizó por intereses muy difíciles de entender para el común de los normales. En este país la burocracia, la ideología y la política está impidiendo que muchas ayudas directas lleguen y que además lo hagan a tiempo para “dar juego” a quienes las necesitan urgentemente.
Antonio de Miguel Antón, miembro de la asociación Democrática Ciudadana, ADC
NOTA DE LA REDACCIÓN: EL HERALDO DEL HENARES acepta el envío de cartas y artículos de opinión para ser publicados en el diario, sin que comparta necesariamente el contenido de las opiniones ajenas, que son responsabilidad única de su autor, por lo que las mismas no son corregidas ni apostilladas.
EL HERALDO DEL HENARES se reserva la posibilidad de rechazar dichos textos cuando no cumplan unos requisitos mínimos de respeto a los demás lectores o contravengan las leyes vigentes.