El 1 de junio de 2018, Pedro Sánchez, líder del PSOE, se hizo con la Presidencia del Gobierno de España bajo el argumento político de ‘regenerar‘ la democracia, supuestamente acosada por decenas de casos de corrupción de miembros del PP, casos que habían tenido lugar varias legislaturas antes y en gobiernos diferentes al que entonces ostentaba Mariano Rajoy, pero que se enjuiciaban en esos meses.
Con esa excusa, el candidato que había llevado al PSOE a sus cifras de respaldo popular más bajas de la historia de ese partido, 84 escaños, se hizo con el control del Gobierno de España. Desde ese momento, la deriva antidemocrática y de casos de corrupción que han rodeado a este singular personaje, conocido por no haber dicho ni una sola vez la verdad ni a sus votantes ni al conjunto de los españoles, no ha dejado de crecer.
Quien había llegado al gobierno para supuestamente liderar la regeneración democrática y la lucha contra la corrupción se ha convertido en un autócrata que ha laminado cualquier discrepancia interna en su partido, el PSOE, al que llegó a liderar tras ganar dos elecciones Primarias. Por cierto, dos elecciones Primarias que ahora están bajo sospecha de supuesto fraude a la vista de la documentación presentada por la UCO en los diferentes tribunales en los que están imputados altos cargos del PSOE y del Gobierno.
Quien había prometido más transparencia y pluralismo, pasará a la historia como el que ha parasitado las más altas instituciones del Estado con personas de inexistente prestigio profesional, tan solo partidista, que niegan a los ciudadanos cualquier tipo de información con la excusa de secretos de Estado y que tan solo sirven de correa de transmisión de los dictados de Moncloa.
Quien había prometido más pluralidad informativa y libertad de expresión pasará a la historia como el Gobierno más opaco, más sectario y censor y el que más millones ha regalado en publicidad institucional a medios afines para convertirlos en simples aparatos de propaganda, no periodismo, además de atacar y perseguir sin tregua a los medios libres e independientes, con censura, veto a la publicidad institucional o utilizando a sus fiscales de confianza para perseguirlos en base a supuestos delitos de odio por decir lo contrario a las consignas que cada día salen de Moncloa.
Quien había prometido que no habría impunidad para los corruptos y los delincuentes, ahora reforma leyes retorciendo la Constitución, para que su entorno familiar y político puedan salir indemnes de la inmundicia a las que les ha arrastrado su propia codicia y vulgaridad.

Quien había prometido que no habría amnistía para los delincuentes independentistas que dieron un golpe de Estado en octubre de 2017 pasará a la historia por retorcer la Constitución y las leyes para forzar indultos y una amnistía a la carta a los golpistas a cambio de seguir en la Moncloa.
Quien había prometido ser el Gobierno más feminista de la historia es el que pasará a la historia como el que más daño y más peligro generó a las mujeres de este país, con leyes que han puesto en la calle o reducido condenas de agresión sexual a miles de violadores. Por no hablar de que en su Consejo de Ministros había miembros que se ‘repartían las putas’ en función de sus habilidades, o de que en la propia sede de Ferraz había mujeres que no podían entrar a solas en determinados despachos de cargos de confianza del propio Sánchez.
Quien había prometido ser el Gobierno que más viviendas sociales construiría, pasará a la historia como el que menos ladrillos puso, dejando a toda una generación de jóvenes viviendo en casas de sus padres y sin un futuro claro de realización personal y familiar a la vista.
Quien había prometido ser el Gobierno que pasara a la historia por haber subido más el Salario Mínimo Interprofesional pasará a la historia como el Gobierno que más empobreció a las clases bajas y medias con su política fiscal de subidas continuadas de impuestos y sin deflactar las tablas del IRPF, con la ampliación ad eternum de la edad de jubilación o con los precios de alquileres y viviendas desbocados, que hacen inútiles esas menguadas subidas del SMI.
Quien había prometido ser el Gobierno que más iba a luchar por los vulnerables, pasará a la historia por ser el Gobierno que, tras siete años en el Poder, elevó la tasa de pobreza infantil al 28% (datos de UNICEF) la más alta de toda la Unión Europea, que tiene a más de 10 millones de personas en niveles de pobreza energética y, que ha conseguido que en 2024, al sexto año de su Gobierno, casi 7 de cada 10 españoles tengan dificultades para llegar a fin de mes. Son esas pequeñas contradicciones que tiene ser una economía que va como un cohete…
Quien había prometido ser el Gobierno que pusiera los transportes públicos a nivel europeo pasará a la historia como el Gobierno del caos, descontrol, retrasos y cancelaciones en trenes y aeropuertos, con ningún servicio de transporte público funcionando con normalidad ni un solo día.
Quien había prometido ser el Gobierno que pasaría a la historia por ser el líder de las renovables y el más antinuclear del mundo mundial pasará a la historia como el único Gobierno que provocó, con su enloquecida ideología 2030, un apagón total de un país en toda Europa, mientras en el viejo continente se vuelven a proyectar centrales atómicas de última generación para garantizar el suministro a hogares e industrias.
Quien había prometido ser el Gobierno más igualitario de la historia pasará a ser el Gobierno de izquierdas que más destrozó los principios de igualdad entre españoles, con cesiones disparatadas a los chantajistas independentistas, a cambio de seguir día a día en el Poder.
Quien había prometido modernizar más que nunca el país, pasará a la historia por haberlo convertido en un enorme gueto donde las mafias de las drogas, la prostitución y el tráfico de inmigrantes ilegales campan a sus anchas, provocando que barrios enteros de grandes ciudades sean zonas ‘no go‘ (zonas donde no ir) completamente inseguras para cientos de miles de vecinos.
Quien quería pasar a la historia como un líder mundial, cada día ve su nombre en las portadas de los principales periódicos de Europa y EEUU por los casos de corrupción de su familia, su Gobierno y su partido, con el descrédito que ello supone para la imagen, no ya de él, que parece ser que le da igual, sino de toda España y los españoles en el mundo (Venezuela 2.0).
En definitiva, Pedro Sánchez llegó al Gobierno sin votos en las urnas (84 escaños), sin apoyo popular y con la mentira como bandera. Ahora, para no salir del Gobierno, se autodefine como ‘irresponsable‘ (no es responsable de nada, ni siquiera de elegir a sus hombres de confianza con los que recorrió España en un Peugeot y con los que alcanzó el poder), se atrinchera en la Moncloa y pergeña leyes para evitar que ni jueces ni prensa independiente lo puedan investigar, ni a él, ni a su entorno familiar, ni a su partido, ni a su Gobierno. Pretende eternizarse en un cargo para que ni sabe ni está preparado. No sabe gobernar, solo mandar como un verdadero autócrata que ha demostrado ser (‘vamos a levantar un muro contra la derecha y ultraderecha‘, esto es, no vamos a gobernar para todos, sino contra los millones de españoles que no me votan, vino a decir), o ceder lo que es patrimonio de todos los españoles a cambio de seguir un día más en la Moncloa: eso no es diálogo, es sumisión.
Por todo ello, nos preguntamos: ¿No habrá media docena de diputados socialistas honrados, decentes, demócratas y con dignidad en el Congreso de los Diputados que pongan fin a esta agonía hedionda? ¿No hay ni un solo diputado socialista que dé un golpe en la mesa y diga, ‘se acabó, o el autócrata se va y se pone otro candidato del partido para presidir el Gobierno o hay elecciones‘? ¿El diputado socialista y exalcalde de Guadalajara, Alberto Rojo, pondrá por delante los intereses de sus vecinos y de los españoles en general o seguirá aferrado al sueldo y al sillón sin importarle las nefastas consecuencias de su mansedumbre y servilismo infame ante el autócrata?
Sobran discursos de plañideras como Emiliano García Page, cuando acusa a Sánchez de gobernar bajo el chantaje de los independentistas, y faltan diputados socialistas con sentido de Estado y con la dignidad suficiente para acabar con esta etapa negra de la democracia española.
La democracia no consiste en ganar elecciones y gobernar para la mayoría. De hecho, Sánchez ni siquiera gana elecciones y solo gobierna para unos pocos. La democracia consiste en ser un esclavo de la Constitución y las leyes y gobernar para todos. Si la Constitución española y las leyes que de ella emanan han sido prostituidas a su antojo por un montaraz aventurero y falaz, porque ha podido hacerlo, ha llegado el momento de reformarlas para evitar que nunca, nunca más, un autócrata ensoberbecido y pagado de sí mismo convierta a más de 45 millones de españoles en rehenes de sus delirios narcisistas.
Decía Maquiavelo que al Príncipe más le vale ser temido que amado. Sánchez lo sabe muy bien, sabe que la gran mayoría del pueblo español no solo no lo ama, sino que lo desprecia por su carácter arrogante, por su soberbia, por su hipocresía, por sus mentiras, por dividir y enfrentar a los españoles. Por eso gobierna para que lo teman, para aniquilar adversarios, dentro y fuera de su partido, para perseguir disidentes, para que nadie se atreva a alzar la voz. Gobierna como lo que es, un verdadero autócrata.
La democracia española está en peligro. O Sánchez o democracia; o Sánchez o regeneración…