lunes , 16 junio 2025

‘La hija del aire’, de Pedro Calderón de la Barca: “Pues nada se vio cumplido / más presto que lo que el hombre / que no fuese presto quiso”

Bien que desplazadas en el tiempo y en el espacio -pues Calderón traslada la acción al Medio Oriente y a la época del imperio Babilónico, siete siglos antes de la era cristiana-, nuestro autor se sirve de Semíramis para mostrarnos sus ideas acerca del orden social de su tiempo: para reflexionar sobre el uso de la violencia en el ejercicio del poder absoluto y sobre los desastres de la guerra, pero también sobre el honor, sobre la lealtad o sobre el libre albedrío, éste último materializado en la prominente figura de la reina asiria, de personalidad indómita, rebelde y avasalladora que, una vez liberada de su encierro se conducirá, como Segismundo, guiada únicamente por sus ansias de libertad y por los dictados de su raciocinio (“que el Cielo no avasalló / la elección de nuestro juicio”); un personaje femenino inmortaltan cercano a nosotros por su reivindicación de los derechos de la mujer, como alejado, por cierto, de la realidad histórico-legendaria que califica a Semíramis de déspota sanguinaria, astuta y seductora.

Estamos, en efecto ante una hermosa leyenda que une lo histórico con lo mitológico. Semíramis ha nacido fruto del estupro de una ninfa protegida de Venus. Su padre, el joven y desconocido violador ha muerto a manos de Arceta, la madre, que, a su vez, fallece el mismo día de su alumbramiento en medio de un eclipse solar. Esa misteriosa unión de azar y conjunción astral presagia para la joven un futuro de turbulencias, guerras, muerte y destrucción, por lo que es confinada desde el mismo día de su nacimiento en un apartado templo dedicado a la diosa y dejada a cargo del anciano y ciego Tiresias con la intención de que no vea nunca la luz del sol. Quieren los hados -por abreviar mucho- que Nino, emperador de Asiria, que de vuelta a Nínive tras sus conquistas por el medio oriente, entre en conocimiento de Semíramis, se enamore de ella, la despose -contra la voluntad de Menón, perdidamente enamorado de ella- y la haga reina, con lo que se desata el pandemoniun que anticipaba la profecía. Aunque eso será en la parte segunda de la obra que se ha omitido en el montaje que comentamos.

La pieza en su conjunto y en particular esta primera parte, además de una bella y compleja historia amor, celos, violencia y luchas de poder es una espléndida muestra de la poética calderoniana que aúna la sutileza conceptista y la ornamentación culterana, densidad de pensamiento y retórica formal, con pasajes de acusado efectismo y versos cuyo excesivo artificio ahogan, a veces, la emoción poética. Un texto en suma de enorme complejidad temática y formal que esta joven compañía aborda con redoblado entusiasmo y esfuerzo, que enfoca y encauza con tino y ponderación, pero que, sobre todo tras la interrupción del descanso se les va un tanto de las manos. El encantamiento de que hemos sido objeto durante las dos primeras jornadas absorbidos por la extraña peripecia de la protagonista, su origen, su encerramiento; por la rotundidad y el tono entre amenazante, solemne y lastimero en el que Tiresias formula su aciaga profecía, o por la intensa emotividad de Menón rendido a los encantos de Semíramis, esa conexión con lo que ocurre en el escenario decae, rompiéndose la magia y no se volverá a recuperar, salvo ocasionalmente en escenas de máxima tensión, como el pasaje en el que Nino intenta imponer por la fuerza a Menón que traicione sus sentimientos y este le ofrece la espada para que le quite la vida.

 Para entonces, el movimiento escénico se ha vuelto más errático y aleatorio y la fuerza coral de muchas de las escenas anteriores ha perdido su eficacia, quizá por reiteración, o por pérdida de la concentración, de modo que secuencias cumbre de esta tercera jornada como es el caso del “pas a deux” de los amantes Semíramis/Menón, inducidos respectivamente por Nino e Irene, sin previo acuerdo, a “fingir su mudanza”, es decir a ocultarse mutuamente sus verdaderos sentimientos, secuencia, digo, donde el grado de perfección formal en el desarrollo de la acción y de la finura del concepto adquieren cotas de verdadero virtuosismo, pasan casi sin pena ni gloria, o se despeñan hacia el territorio de lo anodino o lo cutre, como en el caso del conmovedor planto de Menón ante la cruel expectativa de no poder disfrutar más de la visión de su amada (después de que dos esbirros de Nino le hayan arrancado los ojos), sustituido por una patética interpretación de la famosa copla “Ay pena, penita pena,/pena de mi corazón… “, por no hablar del extemporáneo colofón en el que al grito de libertad y muerte al tirano, la criada, Sirene, (que junto a su marido, Chato, el “gracioso”, nos ha proporcionado momentos para el regocijo y la carcajada) se inmola haciendo detonar un cinturón con carga explosiva que lleva oculto bajos sus ropas.

Una cuidada ambientación con vestuario, atrezo y leves subrayados musicales de marcado carácter oriental (salvo por su ocasional y evidente semejanza de atuendo con el de los muyaidines) nos retrotraen a la época y lugar de la acción. Resulta asimismo atinado el movimiento escénico, y la interpretación coral de algunas escenas, que nos recuerda a la tragedia ática. Con las salvedades antedichas el elenco en conjunto realiza un trabajo esforzado, y la obra, en general, discurre a buen ritmo, con una más que correcta interpretación verbal del papel en la dicción y el fraseo del difícil y elaborado verso calderoniano, así como el juego de entonaciones, timbres y acentos para reforzar la ironía y los sobreentendidos en la plática chocarrera de los pícaros, en la pérfidas insinuaciones de Irene, en la arrogancia y presencia de ánimo de Semíramis, en la devoción y nobleza de Menón o en la pose autoritaria de Nino, proporcionándonos frecuentes ocasiones para el disfrute y lareflexión.

Gordon Craig, 15/06/25

Ficha técnico artística:

Autor: Pedro Calderón de la Barca.

Adaptación: Óscar Ulises Cancino.

Con: Alejandra Domínguez, Harriet Vazquez, Paulina Hegewisch, Tamara Garduño, Samuel Arcadia, Leo Ledesma, Gabo Martínez, Diego Olivares y Óscar Ulises Cancino.

Diseño de vestuario, atrezo e iluminación: Ela Estrello.

Diseño sonoro: Paulina Hegewisch,

Dirección: Óscar Ulises Cancino.

XXIV edición del Festival Hispanoamericano del Siglo de Oro. “Clásicos en Alcalá”

Alcalá de Henares. Corral de Comedias. 14 de junio de 2025.

Acerca de Gordon Craig

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