jueves , 28 marzo 2024

Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara: El Seguimiento I)

Los evangelistas nos dicen que Jesús llamó a los apóstoles y a otros muchos discípulos para que le siguiesen, para que estuviesen con Él y para enviarlos a predicar en Jerusalén, en Galilea y hasta los confines de la tierra. El estar con Él es la condición para   aprender del Maestro las exigencias del seguimiento, pues no el discípulo no puede actuar de forma incoherente, sino con lucidez, libertad y convicción.

Para que sus seguidores tomen conciencia de las exigencias de la misión, Jesús se sirve de distintas imágenes. Entre otras, habla de aquel hombre que se puso a edificar una torre sin calcular los medios que tenía para culminar la obra. La falta de previsión, antes de iniciarla, puede provocar las risas y las burlas de amigos y desconocidos al constatar que no puede terminar la construcción.

Con este ejemplo, el Señor nos enseña a quienes pretendemos seguirle que no se puede ser auténtico discípulo misionero, si previamente no nos paramos a reflexionar sobre los pasos que hemos de dar y las decisiones que debemos tomar en cada uno de los momentos de la evangelización.

El que se decide a seguir al Maestro y pretende ser verdadero evangelizador, antes debe analizar las exigencias, los riesgos y las fuerzas con las que cuenta para llevar a buen puerto la misión confiada. La reflexión, el diálogo y la meditación serán siempre necesarios para que los proyectos evangelizadores no se quedan a medio camino.

Cuando pretendemos ser discípulos sin dialogar, sin tener en cuenta los pasos a dar y los medios a utilizar, nos equivocamos. El discípulo misionero necesita sentarse con sus hermanos para descubrir las exigencias de la conversión a Dios y de la conversión pastoral, a la que nos invita con frecuencia el papa Francisco.

Pero, además, de tener en cuenta que sin conversión a Dios no puede existir verdadera evangelización, quienes nos confesamos discípulos de Jesucristo debemos valorar también los medios a utilizar para colaborar con Él en la construcción del Reino. Si no lo hacemos o nos encerramos en nuestros criterios, podemos iniciar la obra y no terminarla o encontrarnos con dificultades inesperadas y no saber resolverlas.

Durante el tiempo cuaresmal, pidamos al Señor que nos ayude a profundizar en nuestra condición de discípulos, manteniendo fija la mirada del corazón en su persona, avanzando en la conversión y poniendo, con su gracia, los medios necesarios para ofrecer al mundo la alegría del Evangelio.

En el camino a recorrer, encontraremos dificultades, pero sabemos que vamos a contar siempre con la compañía y la ayuda incondicional del Maestro, pues Él prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos.

Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.

Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza-Guadalajara

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