sábado , 27 abril 2024
Sierra Norte de Guadalajara. Fotografía de Antonio de Miguel

Parque natural de la Sierra Norte. Naturaleza y ‘arquitectura negra’: Aire puro y románico rural en Campisábalos (II)

En el cuadrante noroeste de la provincia de Guadalajara se sitúa el conocido como Parque Natural de la Sierra Norte. Con una superficie de más de 125.000 hectáreas, que engloban nada menos que 35 municipios, y limitado al septentrión por las sierras de Pela y Ayllón, es una comarca de hermosísimas montañas cubiertas de bosque y punteadas por pequeños pueblos cuyas existencias han discurrido en un secular aislamiento, a causa de las muy precarias vías de comunicación hasta hace poco existentes, sobre todo en tiempo invernal. Situación que no ha mejorado hasta tiempos muy recientes en que modernas carreteras asfaltadas han permitido el cómodo acceso a los mismos.

Sierra de Ayllón, en Guadalajara

Esas circunstancias han determinado una endogamia en la idiosincrasia de sus habitantes, evidenciada en sus costumbres, labores, fiestas y tradiciones; caracteres peculiares que se trasladaron también a su arquitectura popular, la cual utilizó los materiales que se hallaban al alcance de los lugareños; en el presente caso, la pizarra negra. Sus grandes lajas permitieron levantar los muros y tejados de las viviendas, edificios representativos concejiles e iglesias de la zona, quedando dotadas estas construcciones de tan peculiar singularidad que han sido integradas en la denominada “arquitectura negra”.

Tras el primer capítulo de esta serie sobre el Parque Natural de la Sierra Norte, Julio Real se adentra en el corazón del municipio con el aire más puro de España y el tercero más limpio del mundo: Campisábalos. Pero esto es solo parte de lo que nos ofrece esta bella y tranquila localidad.

Crónica de Julio Real González (*)

La actual carretera autonómica CM-101 nos permite a la salida de la capital alcarreña, y desde la  autovía A-2, acceder a esta comarca olvidada y aislada durante siglos, que posee una salvaje belleza natural y un excepcional legado etnográfico y cultural.

Arquitectura Negra. Construcción típica de la Sierra Norte de Guadalajara

Hemos llegado a Campisábalos tras tomar en Atienza la carretera CM-110 y después de atravesar parajes como el embalse de Alcorlo y localidades como Congostrina, Hiedelancina, o Somolinos.

Este municipio, de algo más de 50 km2, apenas censa una población de unos 50 habitantes, pero sus orígenes históricos se remontan a la época celtibérica, con su ciudad de Tiermes que, una vez conquistada, se convertiría en un gran municipio romano, conservándose importantes vestigios de la antigua ciudad a apenas 15 km de la capital municipal.

Frente a su flamante Centro de Interpretación, “El Mensario”,  que reúne un importante muestrario de la riqueza natural, etnográfica e histórica de la comarca, y dispone de bar-restaurante y 12 habitaciones para viajeros, descubrimos sobre el antiguo lavadero convenientemente restaurado, un panel cerámico que, aparte de mostrar un detallado mapa de los atractivos paisajísticos y etnográficos de la zona, nos informa que en el año 2016 la Organización Mundial de la Salud dictaminó que esta localidad ocupa el tercer puesto mundial por la calidad de su aire, tras una localidad finlandesa y otra canadiense.

Antiguo lavadero de Campisábalos restaurado con paneles cerámicos que muestran los atractivos turísticos de la comarca. Fotografía de Julio Real

Sorprendente este descubrimiento, aunque debemos tener presente que nos hallamos a más de 1.350 metros de altitud, en pleno altiplano aledaño a la sierra de Pela.

Pero sin pausa, ni premura, nos dirigimos al centro de la población para descubrir su principal atractivo urbano y monumental: la iglesia de San Bartolomé, declarada monumento, hoy Bien de Interés Cultural, en 1965.

Se trata de un templo edificado entre los siglos XII y XIII dentro del denominado estilo “románico rural, si bien muestra elementos del románico “culto” o monumental tan característicos como la presencia de elementos decorativos escultóricos, y el propio hecho de estar edificado en piedra sillar.

Panorámica general de la iglesia de San Bartolomé, de Campisábalos, captada desde la cabecera (finales del siglo XII, comienzos del siglo XIII) . Imagen de Julio Real

Orientada canónicamente hacia el este, el templo se compone de una planta basilical de una sola nave y único tramo, con coro elevado a los pies, y cabecera compuesta por presbiterio o tramo recto y ábside semicircular, elementos todos ellos edificados entre 1182 y 1195. Al lado sur del ábside se levanta la torre-campanario, levantada en el siglo XVI. De forma cuadrangular, de único cuerpo y  muy maciza, aparece abierta en su parte superior, en el cuerpo de campanas, por cuatro grandes vanos de arco de medio punto.  Al lado norte del anteábside se adosa la sacristía, también edificada en el siglo XVI.

Volviendo al costado meridional del templo observamos también un pórtico, posiblemente rehecho en las reformas del siglo XVI aprovechando algunas de las columnas y capiteles del precedente pórtico románico.

Pórtico del templo de San Bartolomé, en Campisábalos. Fotografía de Julio Real

En este mismo costado sur, contemplamos la fachada de la capilla de San Galindo, que por su estilo y volumetría parece que fue construida con posterioridad al resto del templo románico, probablemente ya en los inicios del siglo XIII, y por un taller de cantería diferente al que actuó en la cabecera y nave principal del templo.

La bella portada abierta en un resalto de la fachada, conocido como arimez, se compone de cuatro arquivoltas, apoyadas en tres pares de columnas y un par de jambas interiores.

El guardapolvos exterior, apoyado sobre pilastras, muestra una decoración vegetalizada ondulante; la arquivolta exterior se compone de un sencillo baquetón sin labrar; la segunda arquivolta es nuevamente un baquetón con una escocia cóncava; la tercera, muestra una decoración en zig-zag; y la arquivolta interior muestra su intradós lobulado, lo que manifiesta influencia mudéjar. La portada es culminada por un mínimo tejaroz sustentado por ocho canecillos que muestran representaciones antropomórficas y zoomórficas.

Iglesia de San Bartolomé, en Campisábalos. Portada de la capilla de San Galindo (siglo XIII). Imagen de Julio Real

Dirigiendo nuestra mirada a la derecha de la portada, contemplamos la fachada de la cabecera de la capilla de San Galindo que muestra su elemento decorativo más conocido, el “mensario. Es un friso escultórico, a modo de cenefa, que muestra los meses del año en función de las labores agrícolas que se realizan en cada uno de ellos; de ahí la denominación que recibe.

Es un conjunto escultórico prácticamente único de su especie, y aunque muy erosionado –alguna persona mayor del pueblo reconoce que de niños, al salir de la escuela, uno de los entretenimientos favoritos de los infantes era probar su puntería arrojando piedras a las figuras-,   podemos reconocer algunos de los motivos: así, aparece un hombre dándose un banquete, como representación de enero; seguidamente, un agricultor con una pala aireando las raíces de los viñedos, representa a febrero;  otro campesino, con azadón, entre las vides, representa a marzo; el agricultor podando las vides, representa abril; etc., hasta cumplir el calendario anual.

El “mensario”, friso escultórico de la fachada de la capilla de San Galindo en la iglesia de San Bartolomé, en Campisábalos. Fotografía de Julio Real

Retornando al ábside, y en su lateral norte, el mejor conservado, nos permite apreciar su configuración original. De forma semicircular, y construido en sólidos sillares, dos semicolumnas con capiteles vegetalizados derivados del orden corintio la dividen verticalmente en tres tramos.

Iglesia de San Bartolomé en Campisábalos. Lado septentrional del ábside románico (siglo XII). Imagen de Julio Real

Asimismo, dos impostas con decoración de “lazo de a ocho” la dividen horizontalmente a la altura de las basas y cimacios de los ventanales que iluminaban el interior del ábside, del que sólo resta original el septentrional, que conserva su configuración en arco de medio punto, cimacios como continuación de la imposta superior, y capiteles de entrelazo de mimbre.

Es también en el ábside donde podemos contemplar unos interesantes canecillos figurados que sustentan la cornisa, algunos de ellos relacionados con un ciclo de cacería.

Así, podemos contemplar un hombre que sale de caza; también podemos contemplar uno de sus objetivos, como lo que parece ser un conejo; igualmente, se representa un verídico y expresivo rostro humano;  y algún tipo de cuadrúpedo, quizás un lobo, que parece conservar restos de su policromía original.

Portada principal de San Bartolomé. Comienzos del siglo XIII. Imagen de Julio Real

Nos encaminamos hacia el pórtico para acceder al interior del templo, y nos situamos ante la magnífica portada principal. Es muy semejante a la ya descrita que da acceso a la capilla de San Galindo. Algo posterior a la construcción de la cabecera, se la data a comienzos del siglo XIII. Aparece amparada bajo un alfiz compuesto por una pareja de columnillas que sustentan el tejaroz superior. Se compone de cinco arquivoltas y guardapolvo exterior o “chambrana”. La exterior, muestra decoración vegetalizada; la segunda muestra un curioso motivo de figuras ovaladas engarzadas; la tercera,  muestra un perfil abocelado convexo; la cuarta, también es de bocel, pero con una franja decorativa en zig-zag, y la cuarta y más interior muestra arco de medio punto polilobulado, con rosetas decorativas exteriores.

Antes de acceder al interior, observamos el muro de nuestra izquierda, que se corresponde con la cabecera de la capilla de San Galindo, para contemplar un rosetón mudéjar.

En vano cegado de arco de medio punto formado por haz de taqueado jaqués, se abre este pequeño rosetón calado de piedra, formado por un hexágono exterior en cuyo interior, y  resultado de la conjunción de dos triángulos equiláteros, se forma el conocido “sello de Salomón”;  en la intersección de los referidos triángulos, en forma nuevamente de polígono hexagonal, se forma lacruz de la Orden de San Juande ocho puntas.

Rosetón mudéjar, con el “sello de Salomón”, y la cruz de la Orden de San Juan. Imagen de Julio Real

Rebasada la portada, dirigimos nuestra mirada hacia la cabecera del templo en donde resalta en el masivo paramento de sillería el gran arco triunfal de medio punto que da acceso al presbiterio. Muestra el arco una arquivolta plana que apoya sobre imposta resaltada y sencillas jambas.

El interior del presbiterio muestra el anteábside, o tramo recto,  cubierto por bóveda de sillería de cañón, y perforados sus laterales inferiores por puertas en arco de medio punto, permitiendo la meridional el acceso a la torre-campanario, y la septentrional, a la sacristía que son, como ya indicamos antes, construcciones del siglo XVI. 

Cabecera interior del templo de San Bartolomé, donde se observa el presbiserio y ábside. Imagen de Julio Real

El presbiterio propiamente dicho, o ábside semicircular, se encuentra cubierto por bóveda de sillería dispuesta en cuarto de esfera, delimitándose por la parte superior e inferior las tres ventanas rasgadas, de doble arista y derrame interior, por sendas impostas. La ventana meridional, al estar orientada al mediodía fue agrandada en el siglo XVI otorgándole figura cuadrangular adintelada para intensificar la iluminación interior.

El resto del templo, básicamente su única nave, se cubre con armadura de madera sencilla y pares de tirantes.

Julio Real González

En próximos capítulos continuaremos con nuestra ruta, que incluirá Valverde de los Arroyos y las chorreras de Despeñalagua, Campillo de Ranas, y Majaelrayo. Esta serie de artículos ha sido posible gracias al viaje promovido el pasado mes de abril de 2019 por la Diputación de Guadalajara y CEOE Guadalajara

Capítulo anterior de este viaje: Parque natural de la Sierra Norte. Naturaleza y ‘arquitectura negra’: La villa medieval-renacentista de Cogolludo (I)

(*) Julio Real González es guía turístico y cofundador de la revista histórico artístico cultural La Gatera de la Villa

Acerca de El Heraldo del Henares

Diario digital de Guadalajara y el Corredor del Henares fundado en 2009.

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