viernes , 19 abril 2024
Ábside románico del museo de San Gil, en Atienza. Imagen de David Recio Gil

Un viaje turístico siguiendo las huellas literarias del Camino del Cid

  1. Unos apuntes literarios antes de comenzar el viaje:

Recuerdo hace ya algunos veranos haberme leído el libro del Cantar de (Mío) Cid o el Poema de (Mío) Cid (como indistintamente se le conoce según la edición impresa utilizada para su lectura) en una edición barata comprada en alguna de esas ferias del libro antiguo y de ocasión que periódicamente se celebran en nuestras ciudades.

Texto y Fotografías de David Recio Gil

Y también recuerdo, cómo no, haber leído algún capítulo suelto de este cantar o poema hace muchísimos años atrás en aquellos libros escolares de la EGB llamados Lecturas comentadas de la Editorial Hijos de Santiago Rodríguez (Burgos, España) en un formato literario adaptado, por entonces, a nuestra edad.

Y haber visto, por primera vez, la película El Cid (director: Anthony Mann, EEUU, 1961) con Charlton Heston y Sophia Loren como intérpretes de Don Rodrigo Díaz de Vivar y de Doña Jimena, respectivamente, en el antiguo Teatro-Cine “Coliseo Luengo” de la ciudad de Guadalajara. Me parece que aquello fue en los últimos meses del año 1983 y creo recordar que era la primera vez que veía aquella épica y grandiosa película de la cual  también nos habló un día nuestro profesor de filosofía del Instituto Brianda de Mendoza.

Sin olvidar tampoco que El Cid fue llevado al cómic: ahí está también la magna obra gráfica de idéntico título del autor español Antonio Hernández Palacios que todavía no he leído pero que algún día llegaré a leer.

Porque la figura de El Cid Campeador (por extensión también la “algara” de Alvar Fáñez de Minaya, conquistador de la ciudad de Guadalajara y de Hita) es, sin duda, un personaje histórico al cual el posterior Cantar del Cid se encargaría de dotarle poéticamente de una cierta aura mítica y épica por los siglos de los siglos que sigue perdurando hasta nuestros días.

Cerca de una treintena de profesionales de diferentes medios de comunicación y “blogs” especializados en turismo, en todas sus vertientes, pudimos disfrutar los días 21 y 22 de junio de 2018 de un vasto programa organizado por la Federación Provincial de Turismo de Guadalajara (FPTC) de CEOE-CEPYME Guadalajara y la Diputación de Guadalajara.

Este viaje, denominado “Camino del Cid – Románico Rural”, fue, sin duda, una grata experiencia para los sentidos y un peregrinaje por las tierras y poblados del centro y norte de la provincia de Guadalajara por los cuales anduvo el Cid a causa de su destierro por el rey Alfonso VI, entonces monarca de Castilla y León (1072 – 1109).

  1. Torija

Este municipio se encuentra relativamente cerca de Guadalajara capital. Su imponente y muy bien reconstruido castillo (que data inicialmente del siglo XV) se eleva sobre un pequeño promontorio o ladera en pleno centro del pueblo. Por aquí pasaron desde la Orden del Temple hasta, muy posteriormente, Juan Martín “El Empecinado”; este último durante el desarrollo de la Guerra de la Independencia contra los franceses (véase el libro Guadalajara y sus campos de batalla: Romero Serrano, José; Tauler Cid, Benito y Roquero Guijosa, Felicidad; Diputación de Guadalajara, 1ª edición, mayo de 2018).

Panel informativo. D. R. G.

Un extracto del libro Viaje a la Alcarria del escritor Camilo José Cela puede leerse al penetrar en el castillo de Torija, actual Centro de Interpretación Turística de Guadalajara (CITUG: inaugurado, según reza su placa, el 24 de julio de 2009). Dice así:

“… – ¡Buen castillo tienen ustedes ahí!

            La mujer mira a los ojos del viajero.

            – Sí, es muy antiguo. Según dicen, está ahí desde los moros”

Lo que entonces no podía saber Camilo José Cela en el año 1946 era que, muy posteriormente, la Torre del Homenaje del Castillo de Torija acogería el museo de su propio libro sobre su propio viaje a la Alcarria con motivo del cincuenta aniversario de su primera publicación.

El “Museo del libro Viaje a la Alcarria ” es, sin duda, uno de los mayores reclamos turísticos que el Castillo de Torija ofrece actualmente al peregrino del “Camino del Cid” y de la ruta del “Viaje a la Alcarria”: fotografías históricas de Cela y de paisajes y personajes de los pueblos de la Alcarria, ejemplares de enciclopedias y libros escolares de la época, ediciones del citado libro de Camilo José Cela en diferentes lenguas, colecciones de cuadernos manuscritos por el propio Don Camilo, recortes de hemerografía histórica, social y literaria diversa…componen este espacio museístico del que, según se dice, es el “único museo del mundo dedicado a un solo libro”.

En la planta baja del CITUG una antigua fotografía del Castillo de Torija del año 1932 del historiador Francisco Layna Serrano titulada “El Castillo de Torija visto desde la plaza del lugar” nos muestra un semiderruido castillo víctima de los efectos de las guerras y del secular abandono.

También en la planta baja hay un espacio dedicado al Cantar de Mío Cid: una reproducción facsímil de la citada obra cuyo manuscrito original se encuentra, incompleto, en la Biblioteca Nacional; una réplica de la “Tizona”, la espada del Cid, cuyo original se encuentra actualmente en el Museo de Burgos; una réplica del “Cofre del Cid”…

Réplica de la espada del Cid en el castillo de Torija. Imagen de D. R. G.

En las plantas superiores del CITUG, aparte del ya citado Museo del Libro Viaje a la Alcarria también pueden contemplarse otros espacios museísticos dedicados a la diversidad animal de la provincia de Guadalajara, a sus diferentes Parques Naturales, a sus variopintos tipos de arquitectura popular y religiosa: arquitectura negra, románico rural… y a las tradiciones, costumbres y cultura popular de esta provincia fragmentada y cohesionada en torno a la Alcarria, la Campiña, la Serranía y el Señorío de Molina de Aragón.

  1. Jadraque

Campos y sembrados llenos de amapolas y otras variedades florales multicolores preceden la llegada al llamado Castillo del Cid de Jadraque (siglo XV) elevado sobre el “cerro más perfecto del mundo”, Ortega y Gassetdixit”, si se acude en los meses de mayo y junio, aproximadamente. Una multifloral sinfonía de color que deleita los sentidos e inspira a los fotógrafos aficionados o profesionales y a los operadores de cámaras de video para hacer fotografías o planos del citado castillo con los pétalos (desenfocados o no) de esas rojas amapolas apareciendo en primer plano de la imagen.

La última vez que visité el interior del Castillo de Jadraque fue allá por el año 1983 en un viaje de estudios en 3º de Bachillerato (B.U.P.) Y aunque he visto varias veces el citado castillo desde la línea férrea que une Guadalajara con Sigüenza nunca hasta ahora había vuelto a poner el pie en él. Y me lo encuentro bien remozado y consolidado, desde hace ya varios años atrás, con un adecentado paseo de ronda que lo circunda en gran parte.

Vista del castillo de Jadraque desde la base del cerro. D. R. G.

Dentro de la primera parte del Poema de Mío Cid denominado “Cantar del destierro” numerosas son las referencias que en sus versos, compuestos cada uno de ellos de dos hemistiquios separados entre sí (véase la versión del Poema del Cid; López Estrada, Francisco: versión métrica y prólogo, colección “Odres Nuevos”, Editorial Castalia, Madrid, 12ª edición, 1991), se hacen de la localidad de Castejón de Henares:

“Donde dicen Castejón, (espacio entre  hemistiquios) que en el Henares está

            nuestro Cid se echó en celada (e. e. hh.) con cuantos que con él van”

No estoy yo versado en la materia para dilucidar si Castejón de Henares (municipio que también forma parte del Camino del Cid a su paso por la provincia de Guadalajara y que está situado al este de Jadraque) y en el que se encuentra la conocida como “Casa del Cid”) es, en realidad, el “Castejón” del poema o si este “Castejón” se corresponde con la antigua nomenclatura toponímica del otrora ¿existente? (y hoy totalmente desaparecido) poblado situado a la otra margen del rio Henares frente al Jadraque actual que mira a la Sierra Norte de Guadalajara y al valle del río Henares.

Por otro lado, y como curiosidad, también debo reseñar que en la Ermita del Cristo y de la Soledad de Jadraque (siglo XVII) se realizaron los esponsales entre D. Rodrigo Díaz de ivar y Mendoza y Dª María de Fonseca según reza un folleto turístico del municipio.

  1. Atienza

El Camino del Cid, abandonando la provincia de Soria, entra primeramente en la provincia de Guadalajara a través de la localidad de Miedes de Atienza:

“Allá en la sierra de Miedes  (e. e. hemistiquios) ellos fueron a posar.

            A diestra, en poder de moros (e. e. hh.) las torres de Atienza están”

            (Parte I. “Cantar del destierro”).

Ábside románico del museo de San Gil, en Atienza. Imagen de D. R. G.

Atienza es una hermosa villa medieval al norte de la provincia de Guadalajara en la cual pasear por sus calles “arrebata” nuestros sentidos. No es solamente por su arco medieval de “arrebatacapas” (que comunica la plaza de España o del Ayuntamiento con la plaza del Trigo o del Mercado) por el que circulan, en ocasiones, corrientes de aire a distinto nivel que llegan a “arrebatar” y a voltear, con cierta virulencia, las negras capas de los cofrades de la Cofradía de la Santísima Trinidad que organizan, cada domingo de pentecostés, la celebración de la Caballada de Atienza: festividad que conmemora la liberación del “rey niño” Alfonso VIII por los arrieros de la villa alrededor del año 1162.

Rótulos del Camino de Santiago y de la ruta de El Quijote pueden verse en diversas calles de Atienza (y también de Sigüenza)… Y aún es posible visitar también alguna iglesia que conserva algún ábside de estilo románico del siglo XII como el Museo de San Gil aunque el estilo arquitectónico del resto del citado templo esté reconstruido posteriormente en otros estilos arquitectónicos.

Otro punto de máximo interés lo conforma la conocida como “Posada del Cordón” (s. XV) que actualmente alberga el Centro de la Cultura Tradicional de la Provincia de Guadalajara: maniquíes con indumentaria y vestimenta tradicional, maquetas de arquitecturas populares rurales, elementos constructivos de barro, orfebrería religiosa cristiana popular, un antiguo mapa de la provincia de Guadalajara del Instituto de Puericultura y Maternidad con todas las advocaciones marianas de los municipios de la provincia, vitrinas con antiguos libros y enciclopedias populares, juguetes artesanos, paneles con información etnográfica, antiguas fotografías como la de la Cofradía de los Apóstoles de Guadalajara capital, vestigios del vocabulario popular serrano o de la mingaña (dialecto pastoril), entre otras muchas cosas más, se dan cita en este espacio museístico y cultural.

  1. Palazuelos

Esta localidad es una hermosa villa, pedanía de Sigüenza, situada al noroeste de ésta última y construida bajo el impulso de Don Íñigo López de Mendoza, primer Marqués de Santillana. Destaca su muralla medieval iniciada en el siglo XV, más o menos bien conservada y de unos dos kilómetros de longitud, su castillo y su iglesia dedicada a San Juan Bautista, en la imagen inferior. Alguna placa nos anuncia también que es Ruta de Don Quijote. Aunque este poblado, por motivos obvios, no entra en la ruta literaria descrita en el Poema del Cid  si resulta muy procedente y aconsejable su visita.

El restaurado y rehabilitado Ayuntamiento de Palazuelos (que sufriera otrora un atroz incendio que le hiciera perder su gran patrimonio documental) luce ahora su limpia fachada en una amplia plaza donde destaca su fuente y su picota.

Pasear por las medievales calles de Palazuelos es un verdadero placer para los sentidos: calles estrechas y empinadas, casonas nobiliarias con escudos o decoraciones “esgrafiadas” con cierto parecido al estilo segoviano (de hecho, parece ser que los primeros pobladores o constructores de Palazuelos procedían del segoviano municipio de Palazuelos de Eresma), casas con diferentes colores en los revocos de sus fachadas, lugares recoletos y un tanto bucólicos como la plaza de la Fuente de los Siete Caños, puertas de madera viejas claveteadas y alguna fachada desconchada tras la que se divisa la piedra original utilizada en su construcción… todo un lujo para los amantes de la fotografía.

Iglesia de San Juan Bautista, en Palazuelos. D. R. G.

El interior de la iglesia (traspasada su portada decorada con arquivoltas en piedra) es ciertamente interesante. Un retablo barroco con columnas de estilo salomónico me recuerda un poco, personalmente, al homólogo de la iglesia de Nuestra Señora de los Huertos de Chillarón del Rey: este último retablo está considerado como uno de los mejores o el mejor retablo barroco de la provincia de Guadalajara.

Por último, otro interesante lugar a visitar en Palazuelos es el Museo del Herraje que está ubicado en una casona datada, según reza su fachada, en el año 1856. Anselmo del Olmo creó el citado museo en el año 1979.

  1. Carabias

Esta pedanía de Sigüenza es otra interesante localidad, situada al oeste de Palazuelos. Carabias y Palazuelos son dos excelentes remansos de paz y de tranquilidad por su escasa población de facto; son dos lugares excelentes para perderse en verano y poder disfrutar del descanso y del desahogo de la turbante y estresada vida urbana moderna.

La iglesia románica (con elementos añadidos posteriores en otros estilos arquitectónicos) del Salvador (siglo XIII) es, sin duda, el monumento más sobresaliente de Carabias. Dos galerías porticadas, a modo de atrio, con arcos y capiteles sustentados sobre doble columna cierran la nave pétrea principal de la iglesia; nave de piedra veteada aleatoriamente de piezas de arenisca rojiza (rica en hierro o magnetita) que también destaca en las piedras de las fachadas y bóvedas de la Catedral de Sigüenza, por ejemplo.

Capiteles de la iglesia románica de Carabias. D. R. G.

En los pétreos capiteles no hay representaciones o relieves figurativistas humanos o religiosos; más, al contrario, prima la sobriedad y el ornamento puramente vegetal con cierta disposición geométrica.

Otro punto de interés de Carabias es el antiguo horno (que, en palabras del paisano que enseña el mismo, “tiene unos mil años” de antigüedad).

  1. Mirador de Pelegrina

En el término municipal de Pelegrina (localidad situada al sur de Sigüenza y en la cual existen los restos de una fortificación con algunos erosionados lienzos visibles todavía en pie) una parada obligatoria lo constituye el conocido como “Mirador de Pelegrina”. Una placa a la entrada del mismo nos recuerda que este mirador está erigido “en homenaje al Doctor D. Félix Rodríguez de la Fuente y colaboradores que aquí rodaron sus películas. Eregido por suscripción popular. Sigüenza 1980”. En efecto, fue en ese preciso año cuando Félix Rodríguez de la Fuente y dos miembros de su equipo técnico fallecieron en un accidente de avioneta cuando sobrevolaban Alaska trabajando en el rodaje de un documental sobre perros esquimales, si mal no recuerdo.

Mirador de Félix Rodríguez de la Fuente, en Pelegrina. D. R. G

La contribución y divulgación de Rodríguez de la Fuente al conocimiento de la fauna y de la naturaleza ibéricas a través del mítico programa de RTVE El Hombre y la Tierra fue considerablemente decisiva en la posterior valoración de la importancia de la conservación y preservación del medio ambiente. Se dice (o al menos eso cuentan algunos) que en el barranco de Pelegrina o Parque Natural del Barranco del Río Dulce (erosionado por sus cañones fluviales) Félix Rodríguez de la Fuente “soltaba” sus lobos ibéricos y “dramatizaba” documentalmente sus filmaciones para su programa El hombre y la Tierra.

  1. Sigüenza

La ciudad diocesana es el último destino cidiano de este viaje iniciado en Guadalajara capital; viaje que también podía haberse iniciado, como se ha escrito antes, en la localidad de Miedes de Atienza, situada al noroeste de la villa de Atienza.

Destaca en Sigüenza el majestuoso castillo (desde el año 1976 es Parador Nacional de Turismo) cuyos primeros cimientos fueron de origen romano (aún hoy son visibles en algún tramo de los lienzos de la fortificación).

La catedral, empezada a construir en estilo románico cisterciense en el siglo XII, ofrece una bella estampa de monumento religioso (e incluso con ciertos aires de fortaleza defensiva) en la que se combinan armónica y cromáticamente la piedra arenisca ocre o amarillenta y la rojiza. Románico, gótico (Capilla del Doncel, por ejemplo), neoclásico, plateresco… pueden admirarse en el interior y/o en el exterior del grandioso templo que desde el 19 de junio del año 2018 y hasta el 19 de junio de 2019 se presta a celebrar un Año Jubilar conmemorativo del 850 aniversario de su consagración litúrgica.

            “Domus Dei, Porta Coeli” es el lema de este año jubilar: ocasión propicia para visitar la Catedral de Sigüenza, cumplir los requerimientos religiosos necesarios para obtener la indulgencia plenaria, realizar el Camino del Cid por los diversos municipios de la provincia de Guadalajara y, más aún si cabe, seguir desde Sigüenza la ruta del Camino de Santiago hasta la capital de Galicia.

Pero antes o después de todo ello conviene visitar en la catedral el retablo con la talla de la Virgen de la Mayor, Patrona de Sigüenza; el recién restaurado retablo de la virgen mártir Santa Librada, la famosísima capilla y sepulcro con la estatua “leyente” del Doncel de Sigüenza, D. Martín Vázquez de Arce, y los sepulcros de sus padres D. Martín Vázquez de Sosa y Dª Sancha Vázquez; la Sacristía de las Cabezas, el cuadro de El Greco titulado La encarnación pintado hacia el año 1604, la sala de los tapices flamencos nombrados como “Alegoría de Palas Atenea” y la recién restaurada y conocida como “Sala de la Fragua” con la segunda colección de tapices flamencos dedicada a la “Historia de Rómulo y Remo” (véase El Eco, Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, nº 3991, 1 de julio de 2018)…

Retablo de Santa Librada en la catedral de Sigüenza. D. R. G.

Y sin olvidarnos, por supuesto, de la Casa de El Doncel cuya majestuosa remodelación y adquisición, en su momento, por parte de la Universidad de Alcalá de Henares para fines académicos y museísticos nos permitió y nos sigue permitiendo descubrir en ella sus maravillosas salas y restos artísticos de origen mudéjar…

Son tantas las sensaciones que la Ciudad del Doncel despierta; un servidor la ha visitado en varias (o en muchas) ocasiones: lo ideal es perderse por sus calles medievales empedradas,  pasear por sus travesañas, entrar en su catedral y en sus iglesias como las iglesias románicas de San Vicente y de Santiago (esta última, muy dañada durante la Guerra Civil, está ahora en proceso de restauración debido al empeño de la Asociación de Amigos de la Iglesia de Santiago para poder convertirla en un futuro en el centro de interpretación del románico de la provincia de Guadalajara),  tapear en sus diferentes bares o comer en sus restaurantes en buena compañía, disfrutar de la hoguera y de las dulzainas en la festividad de San Vicente Mártir…

  1. Conclusión

Tengo pensado el poder conocer cualquier día de estos algunos otros pueblos de la ruta del Camino del Cid, a su paso por la provincia de Guadalajara, que aún no he tenido ocasión de visitar. Y también otros varios pueblos que todavía no conozco referentes a la “algara” de Álvar Fáñez de Minaya. No los quiero mencionar de momento porque la lista de todos ellos podría ser, quizás, todavía un poquito exhaustiva y un servidor correría el riesgo de poder quedar en desasosegante evidencia.

Y también tengo pensado aún el volver a releer alguna vez, de nuevo, el Cantar de Mío Cid. Y de volver a visionar la película El Cid (Anthony Mann, 1961) y de leerme íntegramente los volúmenes del cómic El Cid de Antonio Hernández Palacios.

Por lo pronto:

“De esta vida pasó el Cid, (e.e.hh.) [el de Valencia señor,]

            Pascua de Pentecostés    ( ) ¡Cristo le otorgue perdón!

            Que Él así nos lo haga a todos, ( ) al justo y al pecador.

            Estas nuevas se cantaban ( ) de nuestro Cid Campeador.

            En este punto y lugar ( ) se termina esta razón.”

(Parte III. “Cantar de la Afrenta de Corpes”).

    David Recio Gil

reciogil_d@hotmail.com

www.davidreciogil.es

Acerca de David Recio Gil

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