viernes , 13 junio 2025

Carta del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara: ‘Santísima Trinidad’

Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.

La Santísima Trinidad es un misterio de amor, de comunión y de comunicación. Es el Amor que constituye el fundamento, la posibilidad y el modelo de nuestro amor.

La vida cristiana se desarrolla en el signo y en presencia de la Trinidad. En la aurora de la vida, fuimos bautizados “en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”, y al final de nuestra existencia se recitarán las palabras: “Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre todopoderoso, que te creó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti descendió”.

Entre estos dos momentos extremos, se sitúan otros que, para un cristiano, están marcados por la invocación de la Trinidad. Varias veces al día decimos: “En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”, y también: “gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo”. Nos situamos en el ámbito de una relación que nos atraviesa, nos inunda y nos impulsa. Tal vez no siempre somos conscientes de lo que decimos, pero siempre resulta eficaz el impulso y la fuerza que recibimos.

El Espíritu Santo, que nos recuerda las palabras de Jesús y nos conduce hacia la verdad plena, nos permite conocer la intimidad profunda de Dios. Dios se revela a sí mismo y nos descubre que Él “no es soledad infinita, sino comunión de luz y de amor, vida dada y recibida en un diálogo eterno entre el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo” (Benedicto XVI, Ángelus, 11 junio 2006).

Quien se encuentra con Cristo y entra en relación de amistad con Él, acoge en su alma la misma comunión trinitaria: “El que me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14,23).

Julián Ruiz Martorell

El misterio inefable de Dios uno y trino nos desborda, pero se puede vislumbrar a través de diversas analogías. “Todo el universo, para quien tiene fe, habla de Dios uno y trino. Desde los espacios interestelares hasta las partículas microscópicas, todo lo que existe remite a un Ser que se comunica en la multiplicidad y variedad de los elementos, como en una inmensa sinfonía. Todos los seres están ordenados según un dinamismo armonioso, que analógicamente podemos llamar ‘amor’” (Benedicto XVI, ibíd.).

“Orar con fe, vivir con esperanza” es el lema de la “Jornada pro Orantibus” en la que rezamos por quienes se consagran en la Iglesia para vivir y anunciar el misterio trinitario.

Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

Julián Ruiz Martorell, obispo de Sigüenza-Guadalajara

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