viernes , 29 marzo 2024

Cine para recordar en Semana Santa: La Pasión de Cristo, de Mel Gibson (2004)

La primera media hora de “La pasión de Cristo” narra el aprehendimiento de Jesús de Nazaret (papel interpretado por el actor Jim Caviezel – “La delgada línea roja”- ) orando en el Huerto  de Getsemaní, en el monte de los olivos, doce horas antes de su muerte en la cruz.

Esta parte de la película es, quizá, la más plana y descompensada del filme. Pero a partir del proceso a Jesús por parte de los pontífices, escribas y ancianos del sanedrín judío representados por el Sumo Sacerdote Caifás y, más tarde, por el gobernador romano de Judea, Poncio Pilato, el filme empieza a adquirir consistencia, ritmo y una rara profundidad dramática.

            “La pasión…” está mucho más cerca de la película italiana “El evangelio según San Mateo” (Pier Paolo Pasolini, 1964) que de otras grandes producciones bíblicas estadounidenses como “La historia más grande jamás contada” (George Stevens, 1965) o “Rey de reyes” (Nicholas Ray, 1961) por citar un par de ejemplos.

Y no solo porque haya sido rodada parcialmente en la localidad italiana de Matera al igual que la cinta de Pasolini. La película de Gibson también queda distanciada de la archiconocida y políticamente correcta “Jesús de Nazareth” (1977) del italiano Franco Zeffirelli por citar otro ejemplo representativo.

Resultaría ya más difícil compararla con algún otro precedente fílmico de la época del cine mudo como es el caso del film italiano “Cristo, una representación reverente de la vida de nuestro salvador” (G. Antamoro, 1917). Y más difícil todavía si la contraponemos a algunas películas “irreverentes” como la británica “La vida de Brian” (Monty Phyton, 1979) o, incluso, la franco-italiana “La vía láctea” (Luis Buñuel, 1968).

A medio camino entre todos los títulos anteriores podríamos situar el filme franco-británico “El que debe morir” (Jules Dassin, 1957) basado en la novela de Nikos Kazantzakis “Cristo de nuevo crucificado”: este filme trata de la representación popular de la Pasión en un pueblo griego al comienzo de la década de los veinte del siglo pasado…

La posible influencia de la película de Pasolini se advierte, por tanto, en que “La pasión…” respira un cierto grado de autenticidad, en ocasiones algo tosco, y una cierta dosis de sobriedad y contención a pesar de que, dramáticamente, pudiera parecer todo lo contrario. En la cinta de Gibson la cámara, frecuentemente, se mueve nerviosamente simulando retratar de manera algo torpe la cruda realidad del martirio y los planos fílmicos brillan, a veces, de una rica composición pictórica que no intentan ocultar cierto grado de  esteticismo visual.

Los “flashback” (rememorados, fundamentalmente, por Jesucristo durante su Pasión) son especialmente interesantes: la entrada de Jesús en Jerusalén a lomos de una asnilla está filmada, asombrosamente, con cámara subjetiva. No son los habitantes de Jerusalén los que ven entrar al Señor sino que la cámara se posiciona en el punto de vista de éste último; otros “flashbacks” tratan delicadamente algún pasaje de la infancia y juventud de Jesús como aquél en que Cristo, siendo niño, es recogido del suelo tras caerse por manos de su madre, la Virgen María (Maia Morgenstern); por otro lado, el pasaje relativo a la última cena está contado de forma sobria y concisa desde el cenáculo en que se celebra.

No creo que nadie tenga que escandalizarse viendo este filme. Ni que lo único que se destaque sea la sangre y los látigos hirientes y cercenadores. No es una visión “gore” ni “hard”; es simplemente una visión hiperrealista que magnifica aún más la terrible tragedia de aquel asesinato producido en medio de un estado de psicosis colectiva. Crucifixión y muerte que conducirán, a través de un plano pudorosamente rodado en el cual se ve a Jesús desnudo parcialmente saliendo del sepulcro, a la contemplación del milagro de su resurrección. Así, de forma tan sencilla y tan tremendamente efectiva, sin más dilaciones y explicaciones porque, como en cualquier otra historia, el final es lo único que importa.

Lo peor que le podría ocurrir a esta película es que se la intentara valorar y juzgar únicamente por sus controversias y valores extracinematográficos en detrimento de sus propios méritos artísticos y creativos; es decir, considerarla solamente en base a sus valores estrictamente históricos y religiosos y, sobre todo, prejuzgarla críticamente (incluso sin haberla visto antes) por sus presuntos valores políticos antisemitas que el filme lleva arrastrando ya desde antes de su estreno.

También se ha destacado negativamente la enorme carga de violencia física que, explícitamente, muestra la cinta durante el proceso de la pasión conducente a la crucifixión y muerte de Jesús de Nazaret.

Por si esto fuera poco, se le ha achacado a Mel Gibson (actor en “El año que vivimos peligrosamente”) como director, coguionista y productor de “La pasión…”  a través de su productora “Icon” que haya intentado hacer negocio propio a costa de utilizar el cristianismo en beneficio propio.

Por último, otro posible motivo de polémica que aprovechará la falaz y mordaz progresía de salón para atacar la película de Gibson es el de incidir en su condición de católico ultraconservador y en la forma en que ha educado a sus siete hijos “biblias en mano” para despertar sentimientos de animadversión prejuiciosa hacia la obra fílmica del célebre actor y realizador. Pero vayamos por partes:

  1. a) Desde el punto de vista estrictamente histórico y religioso la película es plenamente válida e ilustrativa en todos los sentidos posibles siendo bastante fiel a las Sagradas Escrituras.

Si lo que se pretendía era dar a conocer las últimas doce horas de la pasión y muerte de Jesucristo el objetivo se ha cumplido ampliamente y con creces aun sin aportar nada esencialmente novedoso que no sepamos ya o que no hayamos contemplado en otras películas anteriores sobre el mismo tema. El fondo sigue siendo, prácticamente, el mismo aunque en esta ocasión la forma o estructura visual del hecho narrado ha cambiado sustancialmente.

  1. b) No obstante lo descrito en el punto anterior suele ser bastante frecuente en el cine épico e histórico, en general, observar ciertas anacronías temporales, errores históricos, licencias creativas personales… Si a cualquier película histórica no le exigimos veracidad absoluta podemos entender que en el caso de “La pasión…” pueda suceder también lo mismo.

Por esta razón, nada impide que el director, Gibson, haya introducido algunos elementos creativos ajenos en su obra. Es, sencillamente, una visión personal de los acontecimientos al igual que otros directores cinematográficos dieron la suya propia en otras épocas pasadas.

Por citar sólo un par de ejemplos podemos resaltar que dentro de la secuencia en que Judas Iscariote se ahorca en un árbol (el apóstol traidor arrepentido de su traición a Jesús por un puñado de monedas recibidas de manos del sanedrín) aparece a sus pies un asno muerto que está siendo devorado por los gusanos.

Otro ejemplo es el relativo al “mal ladrón” que está crucificado, en el Gólgota, junto a Jesucristo y al “buen ladrón”: un cuervo negro, posado sobre el madero de la cruz, acaba picoteando al primero de ellos en los ojos y en la cara causándole certeros desgarros y sangrantes heridas.

  1. c) Por otra parte, y según mi opinión personal, no creo observar antijudaísmo por ningún lado a no ser que se sea especialmente sensible y sospechosamente intolerante y prejuicioso al respecto. A estas alturas de la Historia nadie puede cambiar ya lo que está escrito en los textos evangélicos. Si los hechos narrados fueron así realmente no descubriríamos nada nuevo que no haya sido reflejado ya antes en las Sagradas Escrituras.
  2. d) En cuanto al posible exceso de violencia que rezuma la película estoy convencido de que la versión de Mel Gibson es una visión cruda y tremendamente realista; seguramente no está muy alejada de lo que llegó a suceder realmente con la condena a muerte de Jesús en la cruz.

Por tanto, no es posible cerrar los ojos ante imágenes, que aun siendo violentas, no pueden dejar a nadie indiferente. Acostumbrados a otras visiones y versiones de la vida de Cristo más políticamente correctas no deja de ser, por eso mismo, desdeñable esta otra visión de Gibson.

Nos encontramos, en esta ocasión, ante un “cristo humano” como el de “La última tentación de Cristo” (Martin Scorsese, 1988) aunque no en el sentido que el director de “Taxi Driver” le otorgó a partir de la novela de Nikos Kazantzakis y que incidía en la angustia de Jesús sobre su permanente duda y contradicción entre su naturaleza humana y mundana y su condición divina.

Asimismo, en la versión de Scorsese y Kazantzakis, el personaje de María Magdalena (Barbara Hershey) adquiría una fuerte carga de sensualidad carnal; no sucede así con la María Magdalena de la versión de Gibson (interpretada por Monica Bellucci – “Asterix y Cleopatra”- ) que es más fiel a los textos evangélicos.

En “La Pasión…” la humanidad de Jesucristo se materializa en el profundo sentido de entrega y redención del “Mesías” en su deseo de cargar con el pecado de todos los hombres. Por este motivo, el Hijo de Dios fue capaz de recibir las más crudas e inhumanas torturas infringidas por otros seres humanos hacia un semejante. Por tanto, esta violencia no es gratuita ni banal ya que tiene una última finalidad.

Lo que intenta Mel Gibson es que no permanezcamos indiferentes ante el “viacrucis” de Jesús como refleja la actitud de Simón de Cirene, que le ayuda a llevar la pesada cruz camino del Calvario y que piensa que el sufrimiento del rey de los judíos “no va con él”.

  1. e) En lo referente al lucro personal a costa de lo más sagrado conviene decir que toda película es arte, industria y espectáculo y, por tanto, nadie arriesga millones de dólares si no es con la vista puesta en su posible recuperación con creces. No podemos olvidar que, fundamentalmente, el cine es un negocio como otro cualquiera y que, por tanto, siempre busca un posible beneficio.
  2. f) Un último aspecto a considerar es el relativo al binomio cine y religión que también podríamos llamar cine histórico-religioso o cine bíblico. Este género cinematográfico es un género como otro cualquiera, un género totalmente válido aunque algunos críticos o historiadores cinematográficos se hayan empeñado irracionalmente a lo largo de la Historia en separar el cine de la religión.

Al respecto, por ejemplo, podrían señalarse las críticas que el cineasta francés Robert Bresson recibió cuando realizó la película “Diario de un cura de campaña” (1951) o las que llegó a recibir, también, el director italiano Roberto Rossellini cuando filmó “Francisco, juglar de Dios” (1950) sobre la vida de San Francisco de Asís.

Rossellini, considerado director de “izquierdas”, recibió críticas de compañeros de profesión por realizar una película de temática religiosa. Curiosamente, y al hilo de todo lo anterior, han sido algunos directores de “izquierdas” los que han realizado las más hermosas y bellas películas sobre temas histórico-religiosos trascendentales. Recuérdese a Pier Paolo Pasolini y “El evangelio según San Mateo”.

Calificación artística cinematográfica: **** (Muy Buena)

DAVID RECIO GIL, Crítico de Cine

reciogil_d@hotmail.com

www.davidreciogil.es

Creador del grupo de Facebook: “Cine, cómic, audiovisual, literatura y cultura en España”

Acerca de David Recio Gil

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Un comentario

  1. Magnífico análisis de la película.

    Una lástima que tan buen crítico se prodigue tan poco.

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