martes , 3 diciembre 2024

De Blanco White y el ‘Santo Oficio de Género’ a Blanco, Rojo, VOX, Román…

Durante varios siglos, y hasta bien entrado el XIX, cuando un extranjero llegaba a España se encontraba con ciertas costumbres que hacían diferente a nuestro país del resto de Europa. Aquí, ni las reformas religiosas de Calvino y Lutero ni las ideas ilustradoras de Voltaire, Rousseau, Diderot o Montesquieu habían calado de ninguna forma.

Cuenta el intelectual y por un tiempo religioso José Blanco White en sus imprescindibles ‘Cartas de España’ (1822), que “la influencia de la religión en España no conoce límites y divide a los españoles en dos grupos: fanáticos o hipócritas… En un país en que la ley amenaza con la muerte o la infamia a todo disidente del tiránico dogmatismo teológico de la Iglesia de Roma, donde todo el mundo es no solo invitado sino forzado, bajo pena de cuerpo y alma, al cumplimiento de esta ley”.

Entre estas costumbres que los extranjeros no entendían, se encontraba la del viático. Cuando una persona se encontraba a punto de morir en su vivienda, se avisaba al sacerdote, quien lo más rápido posible se desplazaba hasta el domicilio del moribundo para darle la extremaunción, y la comunión si era el caso.

Este desplazamiento lo hacía en compañía de ocho o diez personas, que portaban cirios encendidos, además de un sacristán o monaguillo que iba tocando una campanilla para que los transeúntes estuvieran al tanto del paso de la comitiva religiosa y le abrieran paso y le guardaran debido respeto. No en vano, en un pequeño cofre el sacerdote portaba la hostia ya consagrada para administrársela al feligrés antes de su tránsito hacia la eternidad.

Cuenta Blanco White, que todos los que escucharan el tintineo de la campanilla, fueran de la clase social que fueran o del oficio que tuvieran, incluso los soldados en acto de servicio o los actores de teatro en mitad de una función, debían abandonar sus ocupaciones, hincar rodillas en tierra, hundirlas si fuera necesario en el barro, humillar la cabeza y golpearse el pecho para pedir perdón por sus pecados. Era eso o arriesgarse a ser calificado allí mismo de hereje, ser detenido y puesto a disposición del Tribunal de la Santa Inquisición.

Blanco White no hacía más que reflejar con una lucidez inaudita -y valiente, pues ni siquiera su autoexilio voluntario en el Reino Unido le garantizaba escapar eternamente de las garras del Santo Oficio-, una triste realidad: los españoles tienen un anhelo y un gran placer por los tribunales inquisitoriales. Nos viene de lejos, más allá incluso de los Reyes Católicos…

Muchos siglos después, en nada hemos cambiado. Ahora vivimos en una nueva época inquisitorial, el neofascismo de género, la dictadura fascioprogresista, de estructura comunista, según la cual todo aquel que levante no ya la voz, sino tan siquiera la cabeza al paso del ‘viático de género’ no solo será acusado de hereje con el estigma de fascista, machista, homófofo y maltratador, sino que será perseguido civil y penalmente por leyes creadas ad hoc por el nuevo tribunal de la Santa Inquisición en que se ha convertido el Código Penal y las leyes de género de las 17 comunidades autónomas de la vieja piel de toro.

Decía Blanco White que los españoles de finales del XVIII y principios del XIX se dividían entre fanáticos e hipócritas. En el siglo XXI esa división sigue estando en vigor: una minoría fanática impone sus dictados apoyados a una mayoría hipócrita que está en contra, pero los asume como propios para no ser señalada por el ‘santo oficio del viático de género’.

Y, lo que es peor, esta nueva inquisición cuenta con subvenciones multimillonarias que no van a parar a aquellas personas que sufren algún tipo de desigualdad, ya sea en forma de apoyo social, familiar, laboral, habitacional, policial… No. Va a parar a asociaciones, fundaciones y cooperativas creadas al efecto para impartir cursos, talleres e informes de género que no son otra cosa que vivir holgadamente sin trabajar a costa del sufrimiento ajeno. Recordemos el caso de la cooperativa ‘Pandora Mirabilia, Género y Comunicación’, que cobró más de 13.000 euros de la FEMP y del Ayuntamiento de Villanueva de la Torre,regido por Podemos, por un informe de género que se resumía en que había que quitar el fútbol del patio de los colegios “porque era un deporte machista”. Y lo decían a la vez que la selección femenina española de fútbol se proclamaba subcampeona del mundo.

Fachada del Ayuntamiento de Villanueva de la Torre

Pero, lo peor de todo este tinglado multimillonario es que tanto los que dan como los que reciben los fondos saben que no sirve para nada porque en países donde lleva años implantado las cifras de maltrato y desigualdad no solo no han descendido, sino que se han multiplicado y superan con creces a España. Véase sino las estadísticas de los supuestos paraísos progres e igualitarios a los que dicen que quieren que nos parezcamos como Suecia, Finlandia o Dinamarca.

En Castilla La Mancha, por ejemplo, se acaba de aprobar una nueva ley de supuesta protección a las víctimas de violencia de género en la que, bajo el paraguas del buenismo al que nos tiene acostumbrados la izquierda cada vez que quiere imponer su ideología, no se esconde otra cosa que la jibarización absoluta del pensamiento crítico de los menores. Además, como todo tribunal de la santa inquisición que se precie, no solo es de obligatorio cumplimiento, rodilla en tierra y humillada la testuz, sino que establece durísimas penas civiles y económicas para los discrepantes.

Si Blanco White viviera ahora, seguramente reescribiría sus cartas y diría que seguimos siendo ‘un país de fanáticos e hipócritas en el que la ley amenaza con la muerte (civil) o la infamia a todo disidente del tiránico dogmatismo teológico del santo oficio de género, donde todo el mundo es no solo invitado sino forzado, bajo pena de cuerpo y alma, al cumplimiento de esta ley’.

Román y Rojo, pelea por todo lo alto… con la vista puesta en Ciudadanos, Unidas y VOX

No existía otra alternativa. Al menos el PP, ahora mismo, no tenía otra mejor. Román volverá a encabezar la candidatura de su partido para intentar mantener la Alcaldía de Guadalajara. Mucho se ha especulado en los últimos meses con su supuesto cansancio, su supuesto desánimo con la dirección regional del partido, con su gran decepción tras la falta de apoyo de la ejecutiva alcarreña cuando quiso lanzarse a la aventura de presidir el PP regional y se le dio la espalda en su propia tierra… No obstante, Román no solo es un completo animal político, sino el mejor animal político que ahora tiene su partido en la capital alcarreña para intentar mantener la Alcaldía. Y ambos factores se han unido, como era lógico, para que el alcalde luche por las siglas que tanto le han dado y a las que tanto ha dado él.

Pero, sobre todo, tocaba mojarse, visto lo visto en Andalucía y en las encuestas que manejan los distintos partidos políticos. VOX no solo ha sido un voto de cabreo con el régimen ladrón y parasitario que ha gobernado la bellísima tierra de Al Andalus durante 36 años, sino que ha sido el voto de repulsa generalizada a la política radical frentista del presidente no electo Sánchez.

Y en el PSOE más que a VOX miran a Sánchez. Son sabedores de que su política ultraizquierdista y de humillación total con el independentismo más rancio y racista les va a seguir pasando factura, como bien lamentan en San Telmo. Por eso, en Guadalajara intentan taponar vías de agua por estribor con la designación de Alberto Rojo a la Alcaldía. Nada de experimentos ni primarias que dividan aún más las exiguas huestes socialistas que aún se movilizan cada vez que reciben la llamada de las urnas. La división que ha provocado el sanchismo en la provincia es de tal calibre que ni para cargos públicos había voluntarios. Y Rojo ha aceptado el reto, quizá a regañadientes. Dejar la bicoca de la delegación de la Junta por un futuro incierto el próximo 26 de mayo conlleva ciertos riesgos, como sería sufrir la misma humillación que en su día padeció la hoy ministra de Empleo, Magdalena Valerio en esas mismas urnas. Y entonces no existía esa supuesta extrema derecha contra la que hoy llama a movilizarse la musa sanchista del puño en alto.

Será interesante ver a Rojo haciendo campaña como futuro alcalde y a la vez vendiendo los logros de la Junta en Guadalajara, con promesas como las del Fuerte, el Hospital, los accesos, etc sin ejecutar. Es lo que tiene no ser incompatible ostentar un cargo y hacer campaña por otro.

El candidato socialista y actual delegado de la Junta, Alberto Rojo

Ciudadanos, con ¿Ruiz de Pedro?, Unidas Podemos y VOX serán los árbitros tanto en las municipales como en las autonómicas, que no se antojan fáciles para García Page. La clave estará en por dónde se inclinen los restos D’Hont en las cinco provincias. Un par de diputados arriba o abajo pueden ser decisivos. Y todo indica que la pleamar actual es azul y la bajamar rojiza.

Y si comenzábamos hoy nuestra columna con Blanco White, la concluimos con otro Blanco, este mucho más prosaico y menos ilustrado, pero todo un maestro en el ardid político de ámbito local.

Así, si en el PSOE de Guadalajara hay división, desánimo y desmovilización por las malas sensaciones que se perciben en el ambiente preelectoral, en Azuqueca el desánimo lo provoca la intensa división interna existente entre el actual secretario provincial y exalcalde azudense, Pablo Bellido, y el actual primer edil, el también socialista José Luis Blanco.

Fotografía de archivo de Bellido y Blanco. Imagen de A. D. Villamil

Y, para desgracia del primero, todo indica que Blanco ha salido vencedor en su pulso con la dirección provincial. Bellido aún está digiriendo el gol por la escuadra que le ha colado Blanco tras la afiliación en masa de numerosos militantes afines directamente en Ferraz, sin pasar por el control alcarreño. No debería haber olvidado nunca Bellido quién o quiénes movilizaban al electorado en el municipio azudense cuando él mismo se presentaba a la Alcaldía, y entonces no protestaba.

No obstante, conociendo al pequeño aprendiz de Maquiavelo, estamos seguros de que esta guerra aún no ha terminado y habrá nuevas escaramuzas.

Acerca de Roberto Mangas Morales

Periodista y escritor. Director de EL HERALDO DEL HENARES. El periodismo como fin, nunca como medio…

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