miércoles , 24 abril 2024

Los «ismos», históricamente, un problema para la convivencia.

El sufijo «ismo» unido a un sustantivo abstracto, no es en sí excluyente ni inclusivo. Ni es discriminatorio ni igualitario. Una cosa es la lingüística y otra la realidad del colectivo o grupo concreto de personas que históricamente,  integran el «ismo».

Según la RAE las dos acepciones del sufijo: 1. Forma sustantivos que suelen significar  «doctrina», «sistema»,»escuela» o «movimiento«.  2. Forma sustantivos que significan «actitud», «tendencia»,  «cualidad».  

En el intento de mejorar la vida de la humanidad, las personas han dado pasos que se han concretizado con «ismos», por ejemplo: judaísmo, budismo, cristianismo, islamismo, ateísmo, agnosticismo, feudalismo, relativismo, materialismo, capitalismo, comunismo, socialismo, nacionalismo,  fascismo, liberalismo, determinismo, proletarianismo, imperialismo,  populismo, machismo, feminismo, ecologismo, terrorismo, yihadismo ,  y mil «ismos» más.

Lo que se hace con las palabras, depende de quién las utiliza. Pero, el gran problema de los «ismos«, es que nadie está dispuesto a decir lo que entiende bajo ese término. Los «ismos» siempre han sido un problema para la convivencia, -cuando no de lucha-  al ser refugio y paraguas para quienes se cobijan debajo de él y, discriminando al resto.

Los «ismos» comprimen, como las fronteras. Creemos progresar mientras luchamos. Se intenta avanzar mientras  se tiene el cobijo del paraguas actual de lo correcto. Por eso hay quien dice, en general, que «el comunismo ha matado la comunidad»; «el socialismo ha matado la sociedad»; «el liberalismo ha matado la libertad»; «el nacionalismo ha matado la nación»; «el progresismo ha matado el progreso»; «el machismo mata a la mujer»; «el feminismo mata al varón» y «el ecologismo se contenta con matar al hombre». «Terrorismo y matonismo nacen para eso». Pero los «ismos», como el «egoísmo» son autodestructivos.

La fuerza destructora del «ismo» no lingüístico, es la ambición o el «odio», contra todo lo que no esté bajo «su sustantivo» o  «su paraguas». Todo va en clave de antítesis. Cuando se lucha «por», «con» o «para»  un «ismo», contra  quien no esté bajo ese paraguas, (siglas), es porque (el otro) se ve como «enemigo», nunca como un «igual», o «complementario».

Esa concepción perversa  de la vida, la humanidad, la libertad y la igualdad, ha llevado a la lucha física contra el otro, aunque sea un compatriota, sea del mismo género, incluso  aunque sea tu mujer, tu marido o tu hijo. Los «ismos» -con su carga ideología- han ocasionado muchas muertes físicas. Si suavizan su extremismo, se contentan con la «muerte civil», o «anulación social del otro». Pero…el silencio duele, el desprecio mata. Aquí y en cualquier país.

Pueden ver «los ismos» en el impresionante discurso de Ashley Judd en el Woman’s March de Washington del día 21 de Enero.

 

           La justificación.

Para ello se buscan «motivos», «razones», «excusas», o «se inventan». Así se han justificado guerras, dictaduras, totalitarismos, votos y alianzas.

Consciente o inconscientemente, el movimiento del «ismo» es pendular según el principio de acción y reacción de la tercera ley de Newton: “Todo cuerpo A que ejerce una fuerza sobre un cuerpo B experimenta una fuerza de igual intensidad en la misma dirección pero en sentido opuesto”.  Es decir, cuando se fuerza algo hacia un fin se termina provocando  «lo contrario». Máxime cuando se producen excesos. Parece absurdo, pero no lo es. Es una ley.

El día 8 de marzo era el Día Internacional de la Mujer.  Se convocaron movilizaciones en 170 países. ¿Un despertar global por sus derechos? La lucha laboral comenzó en 1857.

El 24 de octubre de 1975 las islandesas decidieron no ir a trabajar. Reivindicaban la igualdad. No le llamaron Día de Huelga Feminista, lo llamaron «Día libre de la mujer». Sumaron  a ellas la mayoría. La mayoría de las empresas se lo tomaron bien, e incluso no les descontaron nada de la nómina. “Tanto que no restaron del salario. Nadie perdió el sueldo esa jornada”, según una de las organizadoras, Audur Styrkarsdottir.

Reivindicar unos derechos legítimos siempre exige lucha, toma de conciencia y cambio. La libertad de los esclavos, los derechos de los negros, el voto de la mujer, la jornada laboral  de 8 horas, el salario digno, exigieron la fuerza de la unión, la decisión y hacerlo visible. La igualdad no es algo que se persigue, debe ser, algo natural para vivir. Las conquistas justas se hacen sin discriminar por género, gracias a hombres y mujeres. África también muestra el camino.

En España, en el día de la Mujer Trabajadora se ha convocado una Huelga Feminista de 24 horas.  Ha sido la gran manifestación del Feminismo. Almudena Grandes escribía tres días antes en El País: «Ojalá seamos tantas que dé miedo contarnos». Y…fue histórica. Centenares de marchas y concentraciones con un gran seguimiento, y con un gran eco internacional. Ha sido seguida masiva y festivamente (sin incidentes) por mujeres de la cultura, la sanidad, la política, la educación, la ciencia, el periodismo, la justicia, el campo, el arte, el deporte, la administración, la economía y las amas de casa. Ha sido apoyada por políticos, sindicatos, y por profesionales, incluyendo gran número de hombres. «Paramos para cambiarlo todo», según la pancarta que encabeza la manifestación.

Posiblemente, salvo casos puntuales, nunca en la historia de la humanidad, ni siquiera desde que se incorporó a la vida laboral la mujer, ha estado mejor considerada y valorada. Concretamente en España, desde 1980 que se aprobó el Estatuto de los Trabajadores, la discriminación salarial por razón de sexo está totalmente prohibida. Hay que mejorar muchas cosas, ciertamente. Las mujeres, vienen soportando discriminaciones e injusticias en muchos aspectos, aquí y en muchos países, en el trabajo, en el hogar y en la sociedad. Pero España se ha lanzado a la calle…

Contra el machismo y la brecha salarial o la igualdad.

Vivir libremente, significa vivir sin miedo y ser respetado como persona. El acoso, la violencia sexual, el maltrato y el asesinato de la mujer a manos de un hombre, son demasiado frecuentes. También la venganza vil y machista contra la madre, -en la persona de sus hijos-, es injusta pero, triste y real. Toda la sociedad, hombre y mujeres, tienen que ser educados para la convivencia y denunciar cualquier violencia. Pero son los políticos, legisladores y jueces, quienes se deben implicar con leyes y penas verdaderamente disuasorias.

En el hogar y en la familia, no hay corresponsabilidad de los hombres ni del Estado en las tareas de la casa. Se debe enseñar tanto a la madre como al padre a cuidar y resolver necesidades del hijo. El padre cuida y comparte trabajo de casa, no «ayuda» a la madre. Los recortes en educación y dependencia, suelen hacerse a costa la mujer. El trabajo del ama de casa ni es reconocido, ni compartido, ni pagado y, no cotiza para su jubilación.

La discriminación salarial por sexos, puede existir en empresas o casos puntuales, y debe corregirse, pero no es general. Se terminaría la suspicacias, de unos y de otras, si la empresa fuera obligada a publicar los sueldos de todos.

Pero «la “brecha salarial” es una falacia estadística -fabricada por la ultraizquierda y el feminismo radical- que la sociedad española se ha tragado de mil amores, a juzgar por las declaraciones de los medios de comunicación y de los partidos políticos», (F.J Contreras, catedrático de Filosofía del Derecho en Sevilla,  http://www.valoresysociedad.org/.brecha-salarial/).

Los «ismos» dogmáticos, intolerantes o de pensamiento único, no suelen ser dialogantes y llevan al fanatismo. Suelen caer «por reacción» en el defecto que intentaban combatir. Hay que superarlos, de forma inclusiva. No es cuestión de callar. Pero el progreso será lento mientras la sociedad toma conciencia, se adaptan legalmente y se pasa a la acción (como quiere  Francia y lo señala en la Tour Eiffel): «Ahora es tiempo de actuar». Pero sin excesos.

No todo vale. La alcaldesa de Madrid, ya el 5 dijo de julio dijo que «la violencia está incardinada en el ADN de la masculinidad». Poco antes, Margarita Robles decía que «la elección de De Guindos como Vicepresidente del BCE, es un ultraje al género femenino».

            Ni se debe imponer la dictadura de género ni se puede demonizar al varón lanzando barbaridades genéticas o ideológicas.  El feminismo, no puede basar sus reivindicaciones en el odio al varón. Las mujeres en la manifestación fueron tajantes: «si nosotras paramos se para todo, ni se produce ni se reproduce«.

Quedan dos discriminaciones de la mujer de las que se habla poco o nada; las amas de casa y la de las madres. Si ellas pararan, sí se pararía todo.

              Las  amas de casa y  las madres.

La mujer no está discriminada en occidente por el hecho de serlo.  Pero es cierto que la mayor brecha salarial sí la padece la mujer: es la del ama de casa, que no tiene reconocimiento, familiar, social ni estatal; que trabaja de la mañana a la noche, sin recibir ningún salario, ni vacaciones, ni jubilación.

Según Mª Ángeles Durán del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en España el PIB crecería en un 53% si se pagara el trabajo no remunerado que hacen las mujeres.

La mujer puede brillar en todo lo que se proponga, igual que el hombre. Pero la maternidad define la esencia femenina y completa su realización personal.

Por ser madre o querer serlo, hacer «invisible a la mujer»,  es más que discriminarla. España como Estado y las Autonomías, sí tratan de hacer invisible a la madre, al no valorarla. La maternidad define la esencia femenina y completa su realización personal  y la mayor aportación social. El Estado y la sociedad deben estimarlo «como un plus» de la mujer, y desde el mismo momento de haber concretado su decisión. El día de la mujer trabajadora, es también su día.  Ser madre es «un plus».

Pero… “Con demasiada frecuencia, las mujeres son discriminadas en el mercado laboral por ser madres o querer serlo. Las madres han de tener igualdad de oportunidades, consideración y respeto en el mundo laboral.” La discriminación laboral de la maternidad es un hecho innegable en la sociedad occidental y uno de los grandes retos de las políticas en relación a la mujer. Hasta el 25% de las jóvenes que esperan ser madres con edades comprendidas entre los 18 y 25 años son despedidas, es más, el embarazo se perfila como la primera causa de despido o de amenazas por parte de la empresa.

La Plataforma Women of the World, ha lanzado la Declaración Mundial de Madres que pone sobre el tapete las claves de la maternidad con perspectiva social y política y la discriminación a la que se enfrentan.  Se puede ver https://t.co/TEsdXCvwRC

Parte de una afirmación de la Declaración de Beijing  de 1995“Las mujeres desempeñan una función decisiva en la familia. La familia es el núcleo básico de la sociedad y como tal debe fortalecerse (…) Las mujeres hacen una gran contribución al bienestar de la familia y al desarrollo de la sociedad, cuya importancia todavía no se reconoce ni se considera plenamente”(párrafo 29).  El papel de la mujer en la familia y la maternidad siguen estando muy lejos de la igualdad real y del reconocimiento social y político que merece.

Es preciso ir más allá del reconocimiento, como dice Pilar Aranda, rectora de la Universidad de Granada: «Hay que facilitar que las mujeres que quieren ser madres no vean estancada su carrera». Y tampoco, en la administración ni en las empresas.

José Manuel Belmonte

Acerca de José Manuel Belmonte

Soy un ciudadano del mundo observador y caminante. La Vida, la Naturaleza y la Humanidad, pero sobretodo el corazón del hombre son una fuente inagotable de sorpresas. De eso escribo…

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