viernes , 19 abril 2024

Los proyectos de la mediocridad

«El siglo XXI milita en la mediocridad. La brillantez se penaliza«, lo ha dicho Arturo Pérez Reverte, que  ocupa el sillón T en la Real Academia de la Lengua desde enero de 2003, y es uno de los escritores de mayor proyección internacional y su obra traducida a mas de 40 idiomas.

1.- ¿Qué se quiere hacer?

La educación ha sido y es más que un campo de batalla. «Pero un país que funcione debe alcanzar consensos básicos en materias esenciales». Pero no funciona porque no se alcanzan  los consensos y, se imponen.

Ahora pretenden que se pueda pasar de curso con suspensos y que se pueda copiar.    Copiar, ya ni siquiera será falta leve ni en la universidad. La mediocridad hecha política de estado. Es control social a través de la ignorancia del pueblo. Resumiendo  proyecto:  mediocridad y fraude.

La decisión del Ministerio de Educación de eliminar por decreto los exámenes de recuperación de la ESO, entre los 12 y los 16 años, obliga a las comunidades autónomas a dejar de hacer esta prueba y prioriza el sentimiento del niño en lugar de su preparación intelectual o su fuerza de voluntad.

Han repartido (en algún partido) un argumentario interno en el que afirma que estas pruebas en la ESO perjudican a los alumnos que no pueden pagar las clases de repaso o de recuperación.

2.- ¿Por qué se penaliza la brillantez y la excelencia?

Tal vez por ignorancia, tal vez por tensión interna en el gobierno o por puro interés, ya que quien está al frente, como  dice  otro académico, Luis María ANSON «no sirve para gobernar. No es capaz de advertir lo que va a pasar, cuando la gran política consiste en prevenir no en curar. Salvo algunas excepciones, se rodea de gente menor y mediocre. Carece de personalidad internacional. Le desprestigia su invencible tendencia al engaño y la mentira«.

Aunque la ministra de Educación y Formación Profesional, Pilar Alegría,  ha dicho que «Los exámenes de recuperación podrán mantenerse este año«, la realidad es  que, según otro escritor, Juan Manuel de Prada, «hay mucha gente ingenua que contempla horrorizada las reformas educativas que se avecinan, tanto en la escuela primaria como en la universidad, y se preguntan: «¿Por qué quiere…igualar al estudiante esforzado con el que suspende o copia en los exámenes?». Pues por la sencilla razón de que son demócratas consecuentes; y, como afirma Nicolás Gómez Dávila, «el demócrata pasa el rasero sobre la humanidad para recortar lo que rebasa: la cabeza»; y ... el gobernante demócrata debe halagar la envidia de los zoquetes, de los borregos, de la carne amontonada, que son su principal granero de votos«.

Ilustración de Lloyy & Mangas

 Cierto que fuentes gubernamentales han indicado a Europa Press que se trata de un borrador en proceso de elaboración que se remitirá a las comunidades autónomas «en las próximas semanas». Y añaden que se trata de una medida que está respaldada por los grupos de trabajo en los que participan las distintas autonomías; pero hay autonomías que no están de acuerdo en que se penalice el trabajo, ni la excelencia. Ceder al chantaje, igualar la enseñanza «por abajo», es echar gasolina  al populismo explosivo que vive la sociedad en ciertas zonas.

Y se abre la brecha del espionaje a los no independentistas y no a la convivencia cívica, ya que en ciertas autonomías se insta a  los niños a delatar a los compañeros que empleen el castellano en los recreos; y  en la Universidad a los estudiantes, a que denuncien a los profesores que empleen el castellano en sus clases.

3.- ¿Nos extrañamos del resultado del informe PISA?

No  puede extrañar; además se añade menos trabajo y menos esfuerzo.  Luego, «,  según el título del Editorial de EL MUNDO,  el 14 de septiembre.:»Sigue la cruzada educativa contra el esfuerzo».

Al analizar en los motivos de por qué este gobierno social-comunista hace una apuesta tan arriesgada dice textualmente:

«La verdadera razón es que la izquierda no cree en un modelo de excelencia y conocimiento sino de aptitudes y destrezas; se ha convencido de que el examen estigmatiza al estudiante que suspende, por lo que sería preferible un sistema impreciso de evaluación continua. Pero al liquidar los exámenes no solo desaparece el disgusto del suspenso sino también el premio del sobresaliente: el incentivo para la propia superación. Este proceso de igualación por abajo perjudicará principalmente a los alumnos más humildes, que carecen de recursos socioeconómicos para compensar en el mercado laboral su deficiente preparación.

Sánchez en Guadalajara junto a García Page y Alberto Rojo. Fotografía de archivo de Lloyy

Resulta revelador que el Gobierno no se atreva a extender su contraproducente buenismo al Bachillerato, suprimiendo allí también los exámenes. La sospecha de que únicamente persiguen maquillar las humillantes cifras de fracaso escolar, que se concentran en el tramo de edad de la ESO, es inevitable. Pero de este modo no solo traicionan el futuro de los alumnos sino que eluden su responsabilidad formativa para trasladarla a la educación media y superior, a la que acceden alumnos sin el nivel mínimo que hasta hace poco se le presuponía a un aspirante a universitario. De esta degradación general de la calidad educativa no solo saldrán damnificadas las presentes y futuras generaciones sino la competitividad española en su conjunto, lo que explica nuestras sangrantes cifras de paro juvenil».

Se añade además -sobre el esfuerzo- que: «en las nuevas asignaturas de la reforma educativa: Crecimiento en Armonía, Servicio a la Comunidad y Orientación Personal, habrá cinco modalidades de Bachillerato y una de ellas, la General, ofrecerá Matemáticas menos profundas.«

De todo lo cual, parece deducirse claramente que las reformas educativas tanto de Celaá como de Castells, son enemigas del mérito y el esfuerzo, y priorizan el sentimiento del niño en lugar de su preparación intelectual y/o su fuerza de voluntad.

En este galimatías de enseñanza en democracia pluriautonómica, tanto en Secundaria como en la Universidad, la autoridad del profesor se diluye; sus criterios sobre progreso de los estudiantes, sus evaluaciones, e incluso sus consideraciones sobre disciplina y eventuales faltas, quedan sometidos a otros criterios. Teniendo en cuenta que el profesor tiene que ajustarse a los contenidos fijados por el currículo educativo, al de su Comunidad Autónoma, y los criterios y directrices del Rector y del Claustro  de Profesores, es bastante difícil  dejar de lado su pensamiento personal sobre la materia que imparte. El estudiante y la política tienen un papel  capital.

En la Universidad, según el anteproyecto de Ley de Convivencia Universitaria, la mala práctica ya no acarreará la sanción al universitario.  Así que será posible acceder indebidamente a las instalaciones universitarias, usar los servicios universitarios incumpliendo los requisitos establecidos de general conocimiento y realizar actos que deterioren de forma no grave los bienes del patrimonio de la universidad. En todos ellos se contempla la misma sanción: amonestar al alumno.

Imagen de la CAM

Ya puestos, ¿para qué esperar? El ministro Manuel Castells permite matricularse en el máster universitario sin haber terminado el grado. Hasta ahora los alumnos tenían que estar graduados para ser admitidos en un máster. Lo que el texto permite va en la línea de lo que se ha impulsado desde el Ministerio de Educación, donde el suspenso ya no es el único indicador que se tiene en cuenta para dejar pasar a un alumno de curso.

Si Pérez Reverte decía que «la brillantez se penaliza», con este nuevo salto, tal vez se socializa, sin haber dado golpe; certificar que se ha estado apuntado a un Máster, «puede vender» para colgar la excelencia en su currículum vitae.

Y para coronar esta estrategia política hay que afrontar la realidad: « España es el país de la UE con más graduados universitarios empleados en trabajos de baja cualificación. Un 37% de los licenciados está ocupado en puestos por debajo de la formación que han recibido, frente al 23,5% de la media europea».

4.- ¿Servirá para abrir los ojos?

La escritora belga Marguerite Yourcenar, escribió «Les yeux ouverts» en 1980. Fue la primera mujer en entrar en la Academia francesa. Este libro es sobre todo una formidable lección de sabiduría. Ella tenía el don de situar a la naturaleza,  a los seres,  los acontecimientos y las circunstancias, en una perspectiva a la medida de lo humano, condenando la ignorancia y apostando por la educación y el amor al trabajo bien hecho.

«Condeno la ignorancia que reina en estos momentos tanto en las democracias como en los regímenes totalitarios. Esta ignorancia es tan fuerte, a menudo tan total, que parece deseada por el sistema, si no por el régimen«.

Parece, según lo que percibimos en la calle y en los proyectos educativos, que todo apunta a que se está manipulando  y  que, como en el covid y las vacunas, se impone la versión oficial, no la verdad.

Quienes abren los ojos están percibiendo que esta «cultura» sirve para emigrar, si quieren encontrar trabajo fuera. La «sobretitulación», sin exigencia de 25 a 65 años esté influyendo en este hecho, según se refleja en el informe, de que en España casi el 40% tiene un título superior frente al 34% de la UE

Estudiantes universitarios. Imagen de la CAM

Cuando tengamos que ponernos en manos de los nuevos expertos graduados, futuros responsables de la sociedad, tal vez sea demasiado tarde para abrir los ojos sobre esta mala praxis y pedir responsabilidades por tanta mediocridad. Estarán en juego muchos destrozos vandálicos, más gente sin trabajo y muchas vidas arruinadas o truncadas.

Habrá que cambiar la ley una vez más. La enseñanza o la educación de niños, jóvenes de ESO o Bachiller y universitarios, en cualquiera de las carreras que se impartan, deben salir preparados para acceder a un trabajo responsable en la sociedad. Cuanto más humanos y más brillantes, mejor para ellos y para la convivencia. ¿O no?

José Manuel Belmonte

Acerca de José Manuel Belmonte

Soy un ciudadano del mundo observador y caminante. La Vida, la Naturaleza y la Humanidad, pero sobretodo el corazón del hombre son una fuente inagotable de sorpresas. De eso escribo…

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