domingo , 4 mayo 2025

‘Música para Hitler’, de Juan Carlos Rubio y Yolanda García Serrano: “El artista y el poder”

Antes que nada Música para Hitler es un hermoso y vibrante canto a la dignidad y a la integridad moral. Un testimonio del coraje y de la voluntad insobornable de un artista cabal que se niega a participar en una operación de propaganda de un régimen sanguinario y corrupto, de un hombre fiel a sus principios resuelto a mantener hasta las últimas consecuencias su decisión de oponerse a la voluntad del tirano.

La obra recrea un suceso histórico. Al parecer en noviembre de 1943, en plena ocupación nazi de nuestro país vecino, un joven oficial de la Wehrmacht comisionado oficialmente por la cancillería, cursó una visita al músico Pau Casals, a la sazón exiliado en Prades, una pequeña localidad del sur de Francia, con el fin de proponerle participar en un concierto homenaje en Berlín a mayor gloria de Adolf Hitler. La rotunda negativa del violonchelista a participar en dicho evento debió de dar lugar a una agria disputa cuyos términos no conocemos, pero que, a tenor de la personalidad y el estado anímico del músico y de la posición de fuerza que en aquellos momentos representaba la figura de un miembro del ejército alemán, podemos fácilmente imaginar. Al menos es lo que han hecho Juan Carlos Rubio y Yolanda García Serrano, autores de la obra, alumbrando un texto de ficción que, según el dicho italiano, “sè non è vero è ben trobato”.

Teatros del Canal. Música para Hitler

La obra se articula según los sucesivos movimientos de la Suite nº 1 para violonchelo solo en Sol Mayor del compositor barroco alemán Juan Sebastián Bach, una de las piezas de cabecera del ilustre violonchelista. Se inicia, mientras suena el “preludio” de la Suite, con un detallado comentario-análisis de las frases musicales a cargo del oficial alemán, que nos revela su condición de auténtico connaisseur y que anticipa el giro radical que dará el desarrollo de la acción dramática minutos antes de su inesperado desenlace. Luego ya nos trasladamos a la coqueta estancia de Villa Colette donde Pau y Francesca, la compañera del músico durante sus últimos años de vida comparten recuerdos, sinsabores, y el vacío de una vida en el exilio, una rutina sólo alterada por las constantes noticias de las atrocidades cometidas por las fuerzas de ocupación.

Teatros del Canal. Música para Hitler

Con la inesperada visita de Johann y su extraña petición se desata el conflicto, un conflicto clásico protagonista/antagonista -con ocasionales intervenciones de Francesca para intentar rebajar la tensión- y que los autores no dejarán de alimentar con nuevos elementos hasta el clímax de la última escena. Asistimos a un verdadero pugilato entre ambos contendientes: Johann pasa de la cordialidad, la lisonja, el reconocimiento del genio del músico y el intento de halagar su vanidad del principio, a los reproches incluso a la amenaza física; Pau Casals, por su parte, pasa de su obstinada negativa y los subterfugios del principio, al desprecio, a los denuestos, e improperios de tono subido del final con gruesos calificativos sobre el Führer y sobre lo que significa el régimen criminal que el oficial representa. Un magistral giro de guión, que no voy a desvelar, precipita la acción hacia el desenlace mientras suena los acordes finales de la “Zarabanda; un colofón, después de todo, esperanzador, con el músico volviendo a tocar el instrumento y un enigmático plano final del oficial haciendo el saludo nazi en medio de un respetuoso silencio.

Teatros del Canal. Música para Hitler

La escenografía de Leticia Gañán y Curt Allen Willmer es sencilla, limpia, funcional y tiene un fuerte contenido simbólico: dos paneles semicirculares listados, móviles, que con un silencioso movimiento de giro reconvierten el acogedor espacio interior de la residencia de los Casal en una verdadera jaula que encierra al creador y con él a la libre creación, a la libertad del artista, única arma que puede esgrimirse contra el poder.

Teatros del Canal. Música para Hitler

Una buena labor de dirección de Juan Carlos Rubio con atinada administración de los tiempos y de los clímax, con las dosis justas de suspense y sus pinceladas de humor y un buen trabajo actoral completan los aciertos de este montaje. Marta Velilla, es la jovial Enriqueta, la sobrina del músico, su cordialidad, juventud y desenvoltura traen un soplo de vida y aire fresco al enrarecido ambiente del hogar de los Casal; Kiti Mánver es una atenta, amable y a la vez enérgica Tití (Francesca Vidal), una adorable anciana, obsequiosa, pulcra y atildada que trata de mantener a flote a un deprimido Pau, rol que encarna con ponderación y mesura Carlos Hipólito; un hombre de sensibilidad a flor de piel y en quien han hecho mella los avatares de la época aciaga que le ha tocado vivir. Al principio, aparece avejentado con síntomas de cansancio, sentencioso, displicente y un punto gruñón; pero ante la vista del uniforme del oficial alemán se destapa su rebeldía y su intransigencia contra todo lo que ese uniforme representa pasando del abatimiento a una clara actitud de indignación y repulsa, de denuncia abierta de las atrocidades del régimen nazi. Cristobal Suárez, en fin, borda el papel del joven, apuesto, engreído oficial Johann; su estudiada cortesía apenas puede ocultar un carácter imperioso, acostumbrado a mandar y a obedecer órdenes; su autosuficiencia y la frialdad glacial con la que justifica la eliminación de los desvalidos, de los inútiles o de los judíos enerva al músico y le saca de sus casillas; transita con solvencia del indisimulado cinismo y altanería del principio a la honda emoción que le provocan los acordes de violonchelo mientras recibe una clase del maestro. Los recuerdos felices de su infancia y adolescencia disfrutando de la música junto a su madre acaban haciendo mella en su ánimo y propiciando su nueva e inesperada resolución y que se desmorone ante la firmeza y obstinación de su antagonista.

 

¡Qué ejemplo de gallardía e integridad frente a los artistas e intelectuales orgánicos que se pliegan a los dictados del poder cuando no tratan de confundirse con el paisaje mientras guardan un silencio ominoso ante sus crímenes, trapacerías y desafueros!

Gordon Craig. 19-IV-2025.

Ficha técnico artística

Autores: Juan Carlos Rubio y Yolanda García Serrano.

Con: Carlos Hipólito, Kiti Mánver, Cristóbal Suárez y María Velilla.

Escenografía: Leticia Gañán y Curt Allen Willmer

Iluminación: José Manuel Guerra.

Vestuario: Pier Paolo Álvaro.

Dirección: Juan Carlos Rubio.

Madrid. Teatros del Canal. 18 de abril de 2025.

Acerca de Gordon Craig

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