martes , 8 octubre 2024

‘Un tranvía llamado deseo’, de Tennessee Williams: “Una flor en un desguace”

Desde su estreno en 1947 en el Shubert Theatre de New Haven y de su posterior versión cinematográfica de 1951, Un tranvía llamado deseo está vinculada a dos figuras señeras de las tablas y del celuloide: Elia Kazan, director del montaje teatral y de la película homónima, y el joven Marlon Brando en el papel de Stanley Kowalski. La excelente factura y el éxito rotundo de ambas producciones, caracterizadas por una técnica de actuación stanislavskiana que se había venido fraguando a fuego lento en el seno del Group Theatre (fundado años antes por Lee Strasberg, Harold Clurman y Cheryl Crawford), vendrían a marcar indefectiblemente para el futuro una forma de interpretar a Tennesse Wiliams, y su onda expansiva, -sobre todo a raíz del estreno de la película, con Vivien Leigh como partenaire de Brando en el papel de Blanche DuBois, la protagonista- habría llegado hasta nuestros días, de manera que, podría decirse, que no hay director de teatro que se enfrente a esta obra ni espectador que acuda a una sala para verla que no estén marcados, lastrados, para bien o para mal, por esa inexcusable referencia.

Fotografía de https://www.corraldealcala.com/espectaculo/un-tranvia-llamado-deseo-corral-comedias-alcala/

Ignoro en qué medida la impronta, la marca de agua que dejó Kazan tras su paso por este texto extraordinario lleno de realismo, ternura y sueños rotos ha mediatizado el trabajo de preparación de este espectáculo, aunque parece, a la vista de los resultados que ambos, elenco y director del montaje han conjurado igualmente los dos peligros que acechan a quienes se embarcan en semejante empresa: el de la imitación servil y el del experimentalismo y la búsqueda a ultranza de la originalidad. Jaroslaw Bielski, el veterano director, fundador y alma mater de la sala Réplika, ha sabido ver también que Un tranvía llamado deseo -aún obviando que posee un consistente hilo argumental y una sólida estructura dramática-, es fundamentalmente una obra de personajes, y ha puesto el énfasis en ellos, sobre todo en los principales, Blanche y Stanley cuyo brutal antagonismo marca de manera inexorable el desarrollo de la acción y su trágico desenlace.

Porque Un tranvía llamado deseo es una cruda y descarnada tragedia. Una tragedia sobre la pérdida, el dolor y la locura cuya protagonista, la frágil y soñadora Blanche DuBois, heredera de una rica familia sureña venida a menos y último vestigio de una cosmovisión y una escala de valores caduca, va a sucumbir ante la implacable dureza de un mundo nuevo, pujante en lo económico, competitivo, duro, pero que se ha desembarazado de los convencionalismos y prejuicios de clase que habían informado la educación sentimental de Blanche durante su infancia y su juventud; una sociedad nueva simbolizada precisamente por la rudeza y el insoslayable principio de realidad que impregna la conducta de Stanley y del resto de los personajes.

Fotografía de https://www.corraldealcala.com/espectaculo/un-tranvia-llamado-deseo-corral-comedias-alcala/

Es difícil ponerle reparos a la versión de Bielski que pondera la línea de conflicto principal Blanche-Kowalski -como decimos-, mientras que mantiene a salvo los elementos secundarios de la trama: la relación de las hermanas y el intento fallido de Blanche de seducir a Mitch y que termina de la peor manera posible. Hay un gran cuidado en la preparación y en el desarrollo de las once escenas que integran la pieza, ya de por sí, cada una de ellas un dechado de perfección formal, de hondura psicológica y de finura y naturalidad de los diálogos, dotados, ocasionalmente de un intenso lirismo. No puede decirse lo mismo de la puesta en escena, es un espacio frío y despersonalizado, y desde luego, reducidísimo para las necesidades del texto; no permite una suficiente separación de los diversos lugares de la acción, ni hay espacio para desplegar un movimiento escénico adecuado, sobre todo en el caso de la protagonista obligada a interpretar sus monólogos más brillantes sin apenas libertad de movimiento, casi como una estatua en el centro de la escena o arrinconada en el extremo del escenario tras un baúl con ruedas que le sirve de tocador.

Fotografía de https://www.corraldealcala.com/espectaculo/un-tranvia-llamado-deseo-corral-comedias-alcala/

Este despojamiento de la escena, el aspecto sórdido, descuidado, vulgar que ofrece el apartamento de Stella y hasta la forma de comportarse y de hablar de todos los personajes de su órbita, alineados a una suerte de “realismo callejero”, marcan el contraste con la elegancia y el refinamiento -un tanto impostados, hay que decirlo-, con la cortesía y con la delicadeza de Blanche y entiendo que obedecen a unas directrices definidas por la dirección porque coadyuvan a intensificar el conflicto en coherencia con el enfoque naturalista que se ha querido dar al montaje; llevada al extremo, sin embargo, esa forma de habla descuidada, ese fraseo atropellado y sin inflexiones precisas de este grupo de personajes, esa falsa espontaneidad, en suma, desnaturalizan el sentido y el rigor de un lenguaje que aunque coloquial o trufado ocasionalmente de modismos y jergas urbanas no deja de poseer un alto contenido poético.

Incurre en este desafuero, particularmente en los primeros compases de la obra, Stanley (Alejandro Tous) que masculla sus réplicas a Blanche con el apresuramiento y la desgana con la que entonaría sus frases algún adolescente macarrilla de “Al salir de clase”. A medida que avanza la obra va matizando progresivamente sus réplicas, sus reacciones y la escucha a su antagonista que no deja de zaherirle con sus invectivas, con su ironía y con sus pellizcos de monja. Me da la impresión de que sobreactúa un poco al recrear esos violentos y repentinos accesos de ira en los que estalla su personaje ante la mínima contrariedad, lanzando sus reproches y exabruptos como un Zeus Tonante con una rabia y una ferocidad exageradas. En todo caso creo que ha incorporado lo esencial del personaje, un tipo duro, sin dobleces, un tanto primario que no ha domesticado su instinto depredador, maleducado, grosero, violento, e intempestivo.

Fotografía de https://www.corraldealcala.com/espectaculo/un-tranvia-llamado-deseo-corral-comedias-alcala/

José di Ferri (Mitch), David Ballesteros (Steve) e Isabel Guardiola (Stella) resuelven con solvencia su cometido, el primero quizá con mayores oportunidades de lucimiento en un par de  escenas memorables. Respecto a María Pastor, en el papel de Blanche -que, me atrevo a aventurar será uno de los más relevantes de su carrera de actriz-, se erige en la protagonista absoluta de la obra desde el momento en que entra en escena arrastrando su maleta, insegura, como ausente, perpleja, buscando desesperadamente una botella para calmar su nervios. “Como una flor en un desguace”, para decirlo con palabras de Arthur Miller- irrumpe Blanche en la casa de su hermana huyendo de un pasado al que parece incapaz de escapar y reclamando un poco de atención para su maltrecha situación anímica. De ahí, hasta el desenlace en el que abandona la estancia precedida de un loquero hay todo un abigarrado, complejo y doloroso universo femenino por explorar al que se entrega María Pastor poniendo en juego todo su talento y oficio que son muchos, para dar el papel de una mujer vulnerable, lánguida, soñadora, de modales exquisitos que encierra un secreto que no llegaremos a descifrar nunca del todo. Expuesta al escrutinio feroz e inclemente de Stanley y a una cierta indiferencia de su hermana quiere ver en Mitch la última tabla de salvación a la que agarrarse en busca de su perentoria necesidad de ternura y de comprensión. Jovial, voluntariosa, celosa de su intimidad, vemos conmovidos, en escenas de una inusitada y genuina emoción, como se apaga poco a poco su luz enfrentada día a día al ambiente vulgar, deprimente y zafio que la rodea y como sucumbe definitivamente a la violencia y a la humillación.

Gordon Craig, 17-XII-2023.

Ficha técnico artística:

Autor: Tennessee Wiliams. Versión de Jaroslaw Bielski.

Con: María Pastor, Alejandro Tous, Isabel Guardiola, José di Ferri y David Ballesteros.

Diseño de vestuario: Víctor Vilas.

Diseño de ilumininación: José Manuel Guerra.

Diseño de espacio sonoro: Chema Pérez.

Dirección y escenografía: Jaroslaw Bielski.

Alcalá de Henares. Corral de Comedias. 15 y 16 de diciembre de 2023.

Acerca de Gordon Craig

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