martes , 8 octubre 2024
Isabel Díaz Ayuso y Pedro Sánchez

EDITORIAL: El 4 de mayo, los madrileños decidirán no solo sobre la libertad y el progreso económico de Madrid, sino de toda España

El martes 4 de mayo de 2021 un total de 5.112.658 electores están llamados a votar en las elecciones para elegir a sus representantes en la Asamblea de Madrid, de donde saldrá el nuevo Ejecutivo autonómico que regirá los destinos de esta Comunidad Autónoma durante los próximos dos años.

Estas elecciones, convocadas de forma adelantada por la actual presidenta regional Isabel Díaz Ayuso tras la sorpresiva, inexplicable y, luego, fallida moción de censura promovida por PSOE y Ciudadanos en la Asamblea de Murcia, se han convertido en todo un plebiscito nacional a la gestión no ya de la propia Ayuso, sino del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Desde hace 26 años, los electores madrileños han dado un voto abrumadoramente mayoritario al centroderecha político, bien fuera en forma de mayorías absolutas al PP o mediante la coalición con Ciudadanos, si bien es cierto que en las pasadas elecciones de 2019, la suma de estos dos partidos no daba para formar gobierno y fue decisivo el apoyo de los diputados de Vox para mantener el despacho de la Puerta del Sol.

Durante estos 26 años, presidentes regionales de la talla política de Alberto Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes o la propia Díaz Ayuso, con sus luces y sus sombras, más las primeras que las últimas, han desarrollado políticas económicas y sociales de profundo calado liberal en las que se ha primado el esfuerzo, la iniciativa empresarial y la excelencia educativa y profesional que han convertido a la Comunidad de Madrid en el motor económico y de creación de empleo de España.

A unas políticas de aplicar las horquillas más bajas de impuestos que permite la legislación estatal para las autonomías, se une una sucesión de gobiernos estables, democráticos y liberales que ofrecen garantías legales y seguridad jurídica para todo tipo de inversiones, sean nacionales o extranjeras, lo que también ha permitido la llegada de miles de empresas procedentes de regiones o países con economías inestables por motivos políticos, como el nacionalismo catalán o el Brexit inglés.

Eso se traduce por un lado en que con los impuestos más bajos que la legislación española permite, la Comunidad de Madrid es la que más recauda y la que más aporta a la caja común de todos los españoles; y por otro que, a pesar de la durísima pandemia y la gravísima crisis económica provocada por el cierre de buena parte del tejido productivo empresarial, la madrileña es la única región que en estos momentos crea empleo neto estable.

A unas políticas económicas estables y de fuerte seguridad jurídica, se une una legislación liberal que prima los derechos y libertades civiles que brillan por su ausencia en buena parte del resto de comunidades autónomas de España, más preocupados sus dirigentes en separar y distinguir a sus ciudadanos por motivos de lugar de origen o lengua en la que se expresan, que en buscar el bien común.

Y todo ello sin abandonar, al contrario, potenciar, los servicios públicos esenciales a sus ciudadanos, que cuentan con una amplia red de centros de salud y hospitales universitarios públicos, muchos de ellos incluidos entre los mejores del mundo; una vastísima red de hospitales privados que en el caso de la pandemia han sido incluidos en la propia red sanitaria pública; o, entre otros, una tupida red de colegios, institutos y universidades públicas, complementada con el sector privado, en la que se premia la excelencia académica y se apoya a los más vulnerables.

Hospital Universitario de La Paz, en Madrid

Por ello, el próximo día 4 de mayo, los madrileños tendrán que elegir entre dar continuidad a un sistema liberal que ha funcionado y ha permitido que Madrid sea un referente internacional de creación de riqueza y empleo, de excelencia en los servicios públicos y de respeto a los derechos y libertades individuales, u optar por las políticas autoritarias de restricción de derechos civiles y sociales, de incrementos impositivos para el pago de hojas de ruta ideológicas, de subvención en vez de incentivación de las iniciativas productivas, y, por último, de frentismo y de división promovidas por Sánchez e Iglesias.

En definitiva, el 4 de mayo, los madrileños decidirán no solo sobre la libertad y el progreso económico de Madrid, sino de toda España

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