viernes , 4 octubre 2024

Carta del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara: ‘Dios camina con su pueblo’

Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.

En la Sagrada Escritura, los emigrantes, los huérfanos y las viudas encuentran su defensa en Dios. La sociedad los descarta y excluye, pero su causa es asumida directamente por el Señor: “Cuando siegues la mies de tu campo y olvides en el suelo una gavilla, no vuelvas a recogerla; déjasela al emigrante, al huérfano y a la viuda” (Dt 24,19). En el juicio final oiremos: “fui forastero y me hospedasteis” (Mt 25,35), o “fui forastero y no me hospedasteis” (Mt 25,43).

“Dios camina con su pueblo” es el lema de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado de este año. En su Mensaje, el Papa nos invita a reconocer la naturaleza itinerante de la Iglesia como Pueblo de Dios en camino.

El Papa afirma: “los migrantes huyen a menudo de situaciones de opresión y abusos, de inseguridad y discriminación, de falta de proyectos de desarrollo”. En todo éxodo, “Dios precede y acompaña el caminar de su pueblo y de todos sus hijos en cualquier tiempo y lugar”.

Y añade: “Muchos emigrantes experimentan a Dios como compañero de viaje, guía y ancla de salvación. Se encomiendan a Él antes de partir y a Él acuden en situaciones de necesidad. En Él buscan consuelo en los momentos de desesperación. Gracias a Él, hay buenos samaritanos en el camino”.

Además, “Dios no sólo camina con su pueblo, sino también en su pueblo, en el sentido de que se identifica con los hombres y las mujeres en su caminar por la historia –especialmente con los últimos, los pobres, los marginados–”. De tal modo, el encuentro con el emigrante es también un encuentro con Cristo.

En el Mensaje de los Obispos de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana, titulado “Dios camina con su pueblo en comunidades acogedoras y misioneras”, leemos: “Hemos de reconocer que todavía tenemos zonas de sombra en nuestro mirar y actuar personal o comunitario respecto a las personas migradas o refugiadas”.

La Conferencia Episcopal Española, en la exhortación pastoral “Comunidades acogedoras y misioneras. Identidad y marco de la pastoral con migrantes”, dice: “La convivencia con las personas migradas es ocasión para vivir una espiritualidad de pasión, discernimiento, creatividad, hospitalidad y audacia” (nº 30).

Julián Ruiz Martorell

Es preciso promover en nuestra Diócesis “la acogida, acompañamiento e integración de las personas migradas en la vida pastoral y social, velando por que esta inclusión sea efectiva en todos los niveles eclesiales y sociales” (ibid. 32).

La presencia de personas migradas “nos obliga a ajustar los procesos evangelizadores teniendo en cuenta cómo han cambiado el lugar y las condiciones concretas de los destinatarios” (ibid. 40).

Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

Julián Ruiz Martorell, obispo de Sigüenza-Guadalajara

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