miércoles , 13 noviembre 2024

Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara: ‘El Señor viene’

Los medios de comunicación nos ofrecen cada día noticias de corrupción, de desprecio de la vida humana, de injusticias, de guerras, de violencia doméstica y del sufrimiento de millones de personas en todo el mundo. Con frecuencia, estas noticias dolorosas pueden provocar en nosotros desánimo, tristeza y desesperanza ante el futuro.

En medio de esta realidad, la noticia de la próxima celebración del nacimiento de Jesucristo y de su venida al mundo para compartir nuestra existencia puede pasar desapercibida o quedar en la penumbra de unas fiestas paganas, en las que lo importante es el consumo, la diversión, las compras compulsivas o la misma felicitación navideña sin saber muy bien el motivo de la misma.

Para los cristianos y para quienes buscan sentido a sus vidas, la noticia del nacimiento de Jesucristo nos invita a despertar del sueño, a fortalecer las rodillas vacilantes y a levantar la cabeza pues se acerca nuestra liberación. La venida de Dios a nosotros y su presencia en medio del mundo nos permiten ver la realidad con esperanza y contemplar a cada ser humano con una mirada nueva y confiada. Ante quienes solo viven de lo inmediato, no olvidemos que las cosas importantes van precedidas de una espera, pues la esperanza no puede existir sin la espera.

En el niño nacido en Belén de Judá, Dios viene al mundo para quedarse con nosotros, para compartir nuestros desalientos, para levantarnos de nuestra postración, para recordarnos que, en medio de las dificultades, hay esperanza y salvación. En Jesús, Dios se hace niño para enseñarnos a recorrer el camino de la vida sin amargura, con amor y verdad, superando los miedos que nos paralizan y nos cierran sobre nosotros mismos.

Atilano Rodríguez

Las celebraciones navideñas, ante todo, son una invitación de Dios a dejarnos conducir por la estrella y a postrarnos de rodillas ante el Niño que viene como luz de las naciones y salvación de todos los hombres. Dios se nos manifestará en Jesús y en tantas personas necesitadas y marginadas para que le dejemos entrar en nuestras vidas y para que respondamos con generosidad a sus llamadas.

Con la convicción de que cada acontecimiento histórico tiene sus aspectos positivos y sus momentos de dificultad, elevemos nuestra súplica confiada al Señor para que ilumine nuestra mirada con la claridad de su venida y para que no permita que caigamos en la tentación de la indiferencia o la rutina. Sólo así podremos descubrirle presente en lo pequeño y en lo débil, en lo que no cuenta a los ojos del mundo.

Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.

Atilano Rodríguez, obispo de Sigüenza Guadalajara

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