sábado , 20 abril 2024

El miedo y el interés son aliados

Como cualquier espectador, veo en un medio de comunicación nacional, LA NAVIDAD AMENAZADA.  Lo exhibe con grandes caracteres durante gran parte de la mañana.

Después del miedo y las carencias, del estado de alarma y el confinamiento, durante el 2020, hemos echado de menos, por parte de los medios, debates amplios y libres sobre, las vacunas y los negacionistas, sobre las ventajas de vacunarse, y también de los peligros o daños posibles, sobre la inmunización y la posible duración, sobre las olas y sus llegadas cada cierto tiempo (vamos por la sexta), y de las variantes cada vez más activas y peligrosas ( se están cerrando las fronteras de ciertos países ante la variante ómicron); sobre la recomendación de ponerse la tercera dosis de la vacuna, para mayores de 40 años; y, por supuesto, sobre la conveniencia, o no, de la vacuna a los niños. Los médicos y especialistas, deberían poder decir, lo que según su saber y entender, tengan por necesario y pueda ayudar a la ciudadanía. Pero el cuarto poder, nos ha hurtado el debate.

Está claro. El miedo, es manejado por el gobierno y los subgobiernos; el interés, por los medios.  A estas alturas, nadie desconoce (en general) que han sido untados o pagados para apoyar las directrices políticas.

Así que, sin información contrastada y fiable, sin una autoridad única -o por lo menos unificada- que se implique con responsabilidad y criterio, sin improvisación en lo que atañe e interesa a la salud de todos, se deja puerta abierta a la mentira, la especulación y la fake news, o contenidos pseudo-periodístico difundidos a través de portales de noticias, prensa escrita, radio, televisión y redes sociales, cuyo objetivo es la desinformación. Es decir, estamos en un peligroso círculo de desinformación que  provoca el caos al no saber a qué atenerse y, que cada uno se apañe como pueda.  

LA NAVIDAD AMENAZADA, por la imparable de la escalada de precios de la luz, el carburante, la cesta de la compra, no parece que estemos solo ante posibles restricciones, y el no saber si las familias se podrán reunir y en qué condiciones;  estamos, ante una batalla ideológica y política que provoca y amenaza con el miedo a la sociedad. ¿Volvemos a estar como el año pasado?

Ha pasado todo un año y no se ve mucha más luz en el horizonte. Con un porcentaje muy alto de personas a las que se han inyectado las vacunas, el peligro de los contagios está creciendo,  ha comenzado la vacunación en los niños y han comenzado a cerrase clases y colegios. Deseosos de saber, ¿a quién acudir para informarse a «médicos por la verdad» o seguir -sin más- las pautas que dicten según los grupos de edad?

Si a esos «médicos por la verdad», el gobierno, los medios afines y algunas personas de empresas o de la administración, les califica de «negacionistas»,  con lo que se les descalifica  con un «palabro» y, como no hay debate, las familias y las personas se están arriesgando sin conocimientos, en una única elección: la vacuna. ¿Puede poner en peligro su vida  a corto, medio o largo plazo, o incluso también a generaciones futuras? Ese sería el gran debate.

La libertad anda suelta, pero el miedo, el interés y las ideologías no la favorecen. ¿Quién informa del riesgo de las «vacunas» v.g. de los ictus, los infartos, la miocarditis o pericarditis? Se han producido marchas (fallecimiento) de seres queridos, se ha producido desprotección a los sanitarios y personal de seguridad, se ha producido una sobrecarga de trabajo, en clínicas, en atención primaria, en colegios, en la policía que puso multas para apoyar las restricciones, que no sirvieron para nada porque se han tenido que devolver y, ¿nadie se preocupa de pedir responsabilidades a quien proceda? ¿Fueron inútiles los aplausos desde el balcón?  Se pide sobre esfuerzo y responsabilidad.  Creo que se podía compensar con algún permiso, un gesto o una paga especial a quienes, con riesgo para ellos y para su familia han estado, desde el primer momento, ayudando a la salud de los ciudadanos, en un año tan terrible. ¡Y durante meses sin suficiente protección!

Nos hablan de riesgos, en los medios, si no hay mascarilla,  si no hay distancia de seguridad, si alguien se salta la cuarentena o el confinamiento. ¿Se impone hacerse  el  PCR  o no se puede acudir a la reunión de familia o a una fiesta si no hay «pasaporte COVID»?

 Es cierto que los contagios se disparan, los centros de salud se colapsan, y hay celebraciones que se cancelan,  y la incertidumbre es el fantasma del miedo que nos está volviendo a 2020. Pero ¿quién tiene que recordar a los ciudadanos, que aún estemos vivos, llevemos 3 vacunas o ninguna todavía? En el Solsticio de Invierno, en Navidad y, siempre, se debería hablar claro, decir lo que se sepa y compartir, si es posible, un poco de esperanza. El cuarto poder, debería contribuir a ello, para no ser manipulados ni ser tratados como un rebaño, sino como personas deseosas de vivir y compartir la aventura del camino por la Madre Tierra.

En Francia, un buen hombre recordaba: «Yo continuaré creyendo aunque todo el mundo pierda la esperanza. Continuaré construyendo aunque los demás sigan destruyendo.  Yo continuaré hablando de paz, incluso en medio de una guerra. Yo dibujaré una sonrisa en un rostro con lágrimas. Yo tenderé mis brazos a quienes se sienten agotados«.

No podemos dejar de ser humanos nunca y menos ahora al terminar el año. La humanidad, que tenemos, no depende de creer, ni de saber. Es parte del ser que compartimos, quienes estamos encarnados. ¡Un regalo, el mayor de todos! Estamos aquí para, en la medida de lo posible, ser felices. Ojalá entre todos contribuyamos a rebajar el miedo,  la mentira, el estrés y que en 2022 se cumplan vuestros mejores deseos.

José Manuel Belmonte

Acerca de José Manuel Belmonte

Soy un ciudadano del mundo observador y caminante. La Vida, la Naturaleza y la Humanidad, pero sobretodo el corazón del hombre son una fuente inagotable de sorpresas. De eso escribo…

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