sábado , 27 abril 2024

Carta del obispo electo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara: ‘La Sagrada Familia’

Queridos hermanos en el Señor:

Os deseo gracia y paz.

No somos individuos aislados. Nacemos, crecemos y vivimos en el seno de la familia. Hemos sido llamados a la vida por voluntad de Dios, que ha dispuesto que fuésemos recibidos en los brazos de nuestros padres, acogidos por su amor y rodeados de sus atenciones.

En la familia hemos aprendido a amar desde la experiencia de ser previamente amados. Sobre la base del amor recibido, que es el fundamento de nuestra identidad, vivimos en continuo crecimiento y desarrollo.

Cuando todo falla a nuestro alrededor, la familia continúa siendo el punto firme y el puerto estable. La familia es el santuario del amor, de la vida, de la fe y de la esperanza.

En la familia somos amados no por lo que hacemos, sino por quienes somos: personas respetadas, comprendidas, aceptadas incondicionalmente.

No estamos solos, porque nos acompañan el ejemplo, la ayuda y la intercesión de la Sagrada Familia. Jesús, María y José supieron vivir en medio de muchas estrecheces, compartiendo un estilo de vida sencillo y humilde, pero irradiando amor intenso y comunicado.

La Sagrada Familia vivió y sufrió las amargas experiencias del rechazo, la persecución, el exilio, la incomprensión. El misterio de la encarnación del Hijo de Dios en el seno de una familia nos muestra que el tejido familiar es espacio privilegiado del encuentro de Dios con la humanidad. Miramos a la familia de Nazaret como ejemplo de relación y de amor, como punto de referencia para toda realidad familiar y como consuelo en la tribulación.

Jesús, María y José nos invitan a anunciar con alegría el evangelio de la vida, la dignidad de la vida humana y su carácter sagrado. Nos animan a difundir el respeto y la promoción permanentes de la vida, toda la vida y la vida de todos; es decir, el respeto de la vida humana en su comienzo, el cuidado de la vida humana sufriente y terminal y la protección legal de la vida humana, la defensa de la persona, la no nacida y la naciente, la pletórica de juventud, la que vive en madurez, la que se deteriora en la enfermedad y la que se agosta en la vecindad de la muerte. No hay ninguna vida que no pueda ser acogida y cuidada.

Julián Ruiz Martorell

Con frecuencia, la cálida armonía del amor familiar se ve oscurecida. Surgen desavenencias, conflictos y rupturas. También deseamos que la luz de la Sagrada Familia ilumine a quienes viven dolorosas experiencias, tensiones familiares y desencuentros domésticos.

Rezamos unos por otros, para que el modelo de la Sagrada Familia contribuya a sanar las heridas, a recomponer los lazos, a fortalecer la alianza, a despertar la ilusión de un nuevo comienzo, a descubrir un horizonte de reconciliación y de serenidad.

¡Feliz Año Nuevo!

Recibid mi cordial saludo y mi bendición

Julián Ruiz Martorell, obispo de Sigüenza-Guadalajara

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