viernes , 26 abril 2024

¡¡Artrosis!!: ‘A la palestra’ (I)

Pero, cuando hablamos de ti, artrosis, ¿te relacionamos automáticamente en nuestro pensamiento con el concepto de prótesis?

Etimológicamente, derivado del griego con el prefijo ‘artros‘,  articulación, con sufijo ‘osis‘, la preocupante artrosis es la enfermedad articular con mayor prevalencia en la población adulta y con mayor  incidencia en personas de más de 55 años según el  colegio americano de reumatología, en 1994.

Epidemiología: Frecuencia, importancia y marcadores de riesgo

El 50% de la población mayor de 65 años presenta artrosis pudiendo expresarse en todas las articulaciones del cuerpo. Existe predominancia de afectación articular según el sexo siendo la que afecta a la rodilla entre 4,5 a 5 veces más frecuente en mujeres respecto a hombres, así como la rizartrosis o artrosis de la base del primer dedo de la mano, más frecuente en mujeres, entorno al 30% de las mismas. Mientras, en varones mayores  de 65 años,  la cadera es la más afectada –coxartrosis-. La gonartrosis o artrosis de la rodilla, es la principal causa de discapacidad hasta los 55 años.

La artrosis no aparece bruscamente sino condicionada por la degeneración cartilaginosa en sus capas más superficiales y tangenciales apareciendo posteriormente fracturas subcondrales, inmediatamente colindantes con el suelo del cartílago que conllevan a deformidades óseas periféricas u/y osteofitos.

El componente genético aparece unido a las mujeres con carácter autosómico dominante y en el caso de los hombres, autosómico recesivo, estando dicho carácter dominante asociado a la artrosis de hombro, manos y muñecas.

Las causas laborales donde se apliquen movimientos repetitivos de pinza en la mano originan la rizartrosis (artrosis de la articulación,) u artrosis intercarpiana de huesos menores del carpo o muñeca, artrosis interfalágica en los dedos, y con mucha menor frecuencia la artrosis de la articulación glenohumeral o de la acromioclavicular del hombro.

Tipos y formas clínicas más frecuentes

Por tanto, si me comenta el médico que tengo artrosis, la siguiente pregunta que siempre hacemos es de qué tipo y número de articulaciones a las que afecta.

Por ello, definimos poliartrosis, como muchas articulaciones afectas, oligoartrosis cuando se alteran menos de tres o monoartrosis cuando se afecta una única articulación.

Se distinguen dos formas fundamentales de artrosis: la primaria, que es la más frecuente o idiopática,  y las llamadas secundarias, derivadas de enfermedades.

Dentro de las primeras,  las manos se manifiestan como ‘bultos en los dedos’, según refieren los pacientes. Son los nódulos de Heberden y de Boucharrd. Otro ejemplo está en el pie, denominado popularmente ‘juanete’ (Hallus valgus y el rigidus), el cual no aparece en la población japonesa más que en un 6,5% de la misma, relacionados significativamente en estudios estadísticos con la ausencia de zapatos cerrados. Por último, la rodilla, columna, a la que denominamos espondiloartrosis, y la cadera.

Dentro de las formas secundarias destacan las derivadas de componentes genéticos y congénitos como la luxación congénita de cadera, los traumatismos, las metabólicas como la hemocromatosis –exceso de hierro depositado en el hígado– y la endocrina como la acromegalia, hiperparatiroidismo, diabetes, obesidad e hipotiroidismo. Otras que se expresan en forma  de depósitos de  pirofosfato cálcico, hidroxiapatita, ácido úrico, como en la gota, o enfermedades más raras como la de Paget.

La necrosis avascular o muerte del hueso provoca fracturas subcondrales articulares derivadas entre de defectos circulatorios intraóseo con fenómenos microembólicos.

En última instancia nos encontramos con enfermedades neuropáticas que conllevan a la denominada enfermedad articular de Charcot, consecuencia de la degeneración del sistema nerviosos periférico derivado desde la diabetes de larga evolución, enfermedades degenerativas como la esclerosis múltiple, ELA, neurosífilis, etc, que provocan una merma en los sensores de la denominada propiocepción o sensibilidad mecánica y de presión contra el suelo  al deambular y correr.

Todo ello contribuye a una disautonomía y descoordinación neurolocomotora que provocaría choques descontrolados durante el impacto en la marcha sobre articulaciones de carga tales como cadera, rodilla, tobillo o el complejo mecanismo del pie.

Manifestaciones de la enfermedad

La aparición de dolores de características mecánicas que mejoran con el reposo sobre todo en la coxartrosis, es la manifestación más frecuente pudiéndose asociar a la deformidad articular.

En muchos casos nos encontramos como inicio de la artrosis, fases inflamatorias denominadas artritis, donde el dolor sería nocturno y en reposo. Este asocia calor, enrojecimiento y sensación de hinchazón que deberán ser  diferenciados de una primera fase reumática cursando con derrame articular. Podemos encontrarnos con efectos a nivel analítico que no podrán diferenciare de la artritis reumatoide, donde la analítica es prácticamente normal con ausencia de anticuerpos y factor reumatoide negativo.

Si la artrosis ha pasado desapercibida, esto es asintomática, y nos encontramos en fases avanzadas, se produce afectación de las partes blandas periféricas a la articulación tales como músculos, ligamentos, cápsulas…

En el caso de la coxartrosis, su aparición suele relacionarse con ciertas predisposiciones anatómicas que provocan dolor exacerbado impidiendo  su actividad, estando, en más de la mitad de los casos asociadas a anomalías del desarrollo como luxaciones de cadera o displasias acetabulares coma epifisiolisis o enfermedad de perthes o dismetrías de miembros inferiores como la coxa vara valga o necrosis avascular de la cabeza femoral coxitis inflamatorias traumatismos previos y enfermedad de Paget. La clínica de la coxartrosis comienza por dolor inguinal con disminución de la movilidad sobre todo en rotación interna y flexión.

Por último la cervicoartrosis o artrosis cervical es frecuente en los niveles C5 y C6, -c significaría e cervical y el número su localización-, así como C6 y C7 pudiendo provocar afectaciones compresivas a nivel nervioso y medular, siendo la enfermedad previa que nos orienta a la misma la enfermedad degenerativa discal o espondilosis en su manifestación como protusión o hernia discal, así como la artrosis facetaria a nivel lumbar o la denominada estenosis blanda.

La artrosis en columna dorsal es muy frecuente a partir de los 75 años entre las vértebras D5 y L3 y la lumbar a partir de los 70 años desde L3 hasta S1.

En la radiografía se pueden observar en estadios intermedios, pinzamientos o disminuciones del espacio articular, esclerosis subcondral, osteofitos y geodas y, en el caso de la coxartrosis, estar precedida de deformidades tanto fémur como de acetabulo, denominadas CAM y PINCER recientemente descritas en los últimos años.

La artrosis es el resultado del fracaso de la defensa articular frente al proceso de desgaste mecánico que comienzan dañando estructuras de “aviso” como son los meniscos en la rodilla y el labrum cotiloideo en la cadera, este último, frecuente en deportistas, donde tras múltiples impactos la cadera, en el corredor,  ciclista o futbolista, sufren.

Es entonces cuando completamos un estudio mediante resonancia magnética, en casos muy seleccionados incluso para estimar ciertos grosores cartilaginosos de interés como en la rótula, diagnosticándose la condropatia rotuliana, antesala de un proceso artrósico de la rodilla.

Los procesos artrósicos, tras un diagnóstico radiologico, se clasifican según el tipo de articulación en diferentes grados, con nomenclaturas asociadas y adaptadas a cada articulación.

En el siguiente artículo nos acercaremos a las opciones terapéuticas disponibles actualmente.

El autor:

Manuel Chaparro Recio es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra y doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Alcalá de Henares, de la que actualmente es profesor asociado del Departamento de Ciencias Médico Sociales y Cirugía de la Universidad de Alcalá de Henares. Especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología y en Medicina Familiar y Comunitaria. Director médico y traumatólogo de la Clínica El Carmen, de Guadalajara.

Ha publicado artículos en numerosas revistas científicas de todo el mundo, entre ellas la Medical Journal of Bone, https://www.ncbi.nlm.nih.gov/, Revista oficial de la sociedad de cirujanos vasculares de Latino América, Intreacte Cardiovascular Thotachic Surgery, Journal of Pediatric Orthopaedics, Latin American Journal of Pharmacy, Revista española de rehabilitación y Medicina Física, XII Congress of the European Society of Cardiology, Revista española de Medicina de Familia, Revista española de Cardiología, Revista española de Cirugía ortopédica y traumatológica.

Acerca de Manuel Chaparro Recio

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