sábado , 20 abril 2024

Ocho rumores de pasillo y cinco recurrentes

Hay ocho rumores por el pasillo y cinco que se repiten año tras año.

Uno, que el director general, de los casados por la iglesia y comunión los domingos, está liado con una de la oficina, y ellos tan frescos dando por hecho que no lo sabe nadie cuando ya huele.

Dos, que van a hacer un ERE que no va a quedar ni el Tato.

Tres, que nos van a obligar a todos a hacernos autónomos, viniendo al trabajo con nuestro ordenador a cuestas y nuestro táper.

Cuatro, que esta Semana Santa nos van a dar a todos vacaciones, pero que ni se nos ocurra coger ni un día, que no es la primera vez que en otras empresas han hecho algo así, y luego a la vuelta los trabajadores se han encontrado las puertas cerradas, sin el logo, y los jefes a por tabaco.

Cinco, que estamos en la ruina, cuando todos sabemos que la empresa gana a espuertas, y que el dinero se lo llevan unos pocos, sobre todo tanto directivo con contratos blindados, con la cláusula de que si los echan tienen bien guardadas las espaldas para varios años. Ahora, que sea a uno de nosotros al que llaman de Recursos Humanos, que entonces puedes echarte a temblar, aunque digas que te vas al baño y que corra turno, porque sabes que estás despedido ipso facto. Antes era los viernes, a última hora, y aún tenías un respiro durante la semana. Pero ahora da igual que sea un lunes de mañana como que haga una hora que tu jefe te ha felicitado por tu excelente trabajo. Que como si fueras el peor delincuente, te dan la carta de despido, te acompañan a tu sitio, atentos a lo que coges de tu mesa, sin dejarte ni siquiera acercarte a tu ordenador, que de personal parece ser que tenía poco. Ni un gracias por los servicios prestados, y si te he visto no me acuerdo, hayas dado el callo hasta los domingos sin cobrar ni una hora extra, hayas venido a trabajar con escayola o con los niños a cuestas.

Seis, que ya puedes ir diciéndole adiós a aquellos cuarenta y cinco días por año trabajados, que ya son historia.

Siete, que los teléfonos de las mesas están pinchados, y que si no queremos que se enteren de algo mejor ni lo pensemos.

Ocho, que nos van a quitar hasta el papel higiénico, y que vengamos meados de casa.

Y nueve, diez, y once, y doce… Y luego está lo del aumento de sueldo, que eso ya no es un rumor, sino un rubor.

Acerca de Julia San Miguel

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