lunes , 7 octubre 2024

Carta del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara: ‘Alguien te está esperando’

Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.

Es frecuente mostrar impaciencia. Nos molesta esperar. No nos gusta aguardar serenamente la reacción del conductor del coche que está delante de nosotros cuando no se pone en marcha ante la luz verde del semáforo. Nos inquieta esperar a las personas que tienen otro ritmo, ya sea por imperativo biológico (edad avanzada, limitación física) o por coordenadas temporales desajustadas (impuntualidad, olvido).

“Mira, estoy de pie a la puerta y llamo” (Ap 3,20). Estas palabras dirigidas a la Iglesia de Laodicea, reflejan un importante acontecimiento. Alguien está a la puerta. Está de pie. Llama y espera una respuesta.

Además, el texto continúa: “Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo”. Escuchar la voz de quien llama y abrir la puerta tiene como consecuencia que el Visitante entre en la propia casa y se pueda participar en una cena de amistad: Él con nosotros y nosotros con Él, en una inmanencia recíproca.

El Señor viene a nuestro encuentro. Está esperando que le abramos la puerta. Ya no se trata de que nosotros esperemos o de que busquemos para encontrar. Hay una iniciativa que nos precede, una voluntad de relación que viene de fuera, un deseo de amistad que se nos ofrece gratuita y generosamente.

La insistencia con que el Señor sale a nuestro encuentro en la vida nos hace recordar la reacción que el poeta expresaba en sus conocidas palabras: “¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras? / ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, / que a mi puerta, cubierto de rocío, / pasas las noches del invierno oscuras? // ¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, / pues no te abrí!; ¡qué extraño desvarío, / si de mi ingratitud el hielo frío / secó las llagas de tus plantas puras! // ¡Cuántas veces el ángel me decía: / ʺAlma, asómate ahora a la ventana, / verás con cuánto amor llamar porfíaʺ! // ¡Y cuántas, hermosura soberana: / ʺMañana le abriremosʺ, respondía, / para lo mismo responder mañana!”.

El cristianismo no es una religión “de libro”. Es, fundamentalmente, una Persona que viene hacia nosotros. Es preciso que el hermoso rostro de Cristo resplandezca mejor en nuestra vida.

Mons. Julián Ruiz Martorell

Los cristianos nunca seremos nada si no acogemos a Jesucristo, si no escuchamos su palabra, si no compartimos la mesa con Él. Perderemos el tiempo si no aceptamos su amistad, si no reflejamos su Luz, si no transmitimos su Vida.

Jesucristo está presente, vivo, actual y disponible. Tal vez tú no tengas tiempo para recibirle. Él sí tiene tiempo para visitarte.

Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

Julián Ruiz Martorell, obispo de Sigüenza-Guadalajara

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