jueves , 18 abril 2024

Carta semanal del obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara: ‘Muchas gracias’

El tiempo litúrgico del Adviento nos invita a prepararnos espiritualmente para las fiestas solemnes de la Navidad, en las que celebraremos la primera venida de Jesucristo al mundo. Pero, también nos recuerda que hemos de disponernos interiormente para esperar la última venida del Señor al fin de los tiempos. El mismo que ahora viene en la carne vendrá en la majestad de su gloria para revelar así la plenitud de su obra.

La preparación para recibir al que viene a compartir nuestra condición humana en todo, menos en el pecado, nos obliga a permanecer en espera vigilante, rebosando de amor a todos los hermanos para presentarnos así al nacimiento del Señor santos e irreprochables. Conscientes de nuestras debilidades y flaquezas, pidamos la fuerza de lo alto para no dejarnos vencer por la búsqueda de los propios intereses.

Con estas invitaciones evangélicas, el domingo pasado celebrábamos la convocatoria oficial del sínodo diocesano en la Catedral de Sigüenza. El encuentro con tantos sacerdotes, religiosos y fieles laicos, venidos de todos los arciprestazgos de la diócesis para orar juntos por el fruto espiritual del sínodo, me ha llenado de profundo gozo espiritual. A todos los que habéis acudido a la celebración y a quienes no pudisteis hacerlo por razones diversas mi profunda gratitud y sincero afecto.

En la celebración de la Eucaristía experimentábamos una vez más que el Señor, entre la primera y la última venida al fin de los tiempos, viene incesantemente a nosotros por medio de su Palabra y de los sacramentos para recordarnos que está siempre a nuestro lado, para iluminar nuestra peregrinación por este mundo con la luz de su Palabra y para fortalecer nuestras rodillas vacilantes con su Cuerpo y Sangre, alimento de vida eterna.

Con la profunda convicción de que el sínodo será un momento de gracia y bendición para toda la diócesis y para la sociedad, os invito a seguir orando cada día por el desarrollo del mismo. Cuando nos postramos ante Dios en actitud de adoración y de sincera oración, descubrimos nuestras pobrezas, asumimos que sólo Él es el dueño de nuestras vidas y nos percatamos de que tiene el poder de cambiar nuestros criterios para que se cumpla siempre su voluntad y no la nuestra.

No tengamos miedo a las dificultades. Estas tienen que aparecer en la vida diaria y, por tanto, en el transcurso del sínodo. Hemos de verlas siempre como nuevos retos que el Señor pone ante nosotros para que aprendamos a confiar en Él y en el poder de su gracia.  Si afrontamos los obstáculos del camino con la fuerza del Espíritu, podremos dar un nuevo impulso misionero a la actividad pastoral de la diócesis y de las parroquias con la participación consciente y activa de todos los bautizados.

Con mi sincero afecto y bendición, feliz día del Señor.

Atilano Rodríguez, Obispo de Sigüenza-Guadalajara

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